Reflexión 31 de Marzo

Buenos días.
Enumerábamos ayer los cinco mandamientos de la Santa Madre Iglesia con el ánimo de que reflexionemos sobre ellos: lo que significan, lo que piden y lo que ofrecen.
Los mandamientos son preceptos que obligan a los que están sujetos a quien por su autoridad los ha formulado y emitido; en este caso la Iglesia Católica.
No hace falta decir que obliga a todos y cada uno de los miembros de la Iglesia, a cuantos han sido incorporados a ella mediante el Bautismo.
Pero más allá del aspecto jurídico, hemos de mirar algo tan sencillo como es la actitud de la propia persona.
En cualquier aspecto de la vida que miremos, solo se acepta y se es fiel a aquello que se AMA, porque por unas razones u otras se puede haber aceptado el compromiso que se quiera: matrimonio, ordenación sacerdotal, vida consagrada, etc., que conlleva cada uno las exigencias propias del estado de vida que se trate, con el vínculo jurídico que se corresponda también, pero si la antorcha del AMOR, que se encendió para adoptar el estilo de vida que se trate, no se mantiene vigorosa y ardiendo con fuerza día tras día, el compromiso decaerá y se extinguirá la razón por la que se aceptó el compromiso.
Se podrá mantener la condición de lo que se trate: casado, sacerdote, religioso u otra situación vinculante, pero será pura apariencia porque se ha dejado extinguir el AMOR que le dio razón de ser, sin entrar ahora en razones, causas o justificaciones de todo tipo que se pueden esgrimir con mayor o menor razón.
Pues, concluyendo, si el AMOR que el bautizado tiene a la Iglesia no es auténtico y vigoroso, no se espere que observe ni cumpla sus Mandamientos, y lo que será peor es que los ridiculice porque piensa e incluso expresa que ‘no le dicen nada, que todavía los de la Ley de Dios tienen otra entidad humana y antropológica’.
Por ello, antes de entrar a considerar cada mandamiento de la Iglesia, os planteo esta simple cuestión: ¿Amas a la Iglesia lo suficiente como para que le encuentres sentido observar sus Mandamientos? Ahí lo dejo.
Reza al Señor Jesús Sacramentado, como cada jueves, por todas las necesidades de los Hermanos, entre las que están las tuyas, para encontrar las gracias que necesitan y ver la mejor solución de ellas, sabiendo que María, nuestra Madre y nuestra Guía, también está nuestro lado.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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