Reflexión 11 de Marzo

Buenos días.
Todos los días son propicios para sentir tristeza y pena por tantas desgracias y males que hay alrededor, pero este día, viernes, memoria de aquel viernes santo en el que Cristo entregó su vida, se nos presenta el mismo Señor herido, muy herido, en su Sagrado Corazón.
Conocemos todas las quejas que dio a Santa Margarita María de Alacoque, cuando le mostró su Sagrado Corazón herido por tantos pecados e injurias de los hombres, que después de los siglos que han pasado continúan igual o peor.
En el siglo pasado viene a Santa Faustina Kowalska para mostrarle su Divina Misericordia, con la que llama a todos los pecadores de una forma insistente y ofreciendo todas las gracias que fueren necesario. Pero la respuesta no parece que haya sido mucho mejor. ¡Cuánto desvarío el de esta sociedad y sus moradores!
No hace falta explicar que en el mundo, los momentos actuales son graves, difíciles, inciertos y con grandes peligros en muchos sentidos de la vida humana, pero no lo son menos en la sociedad de la que formamos parte cada uno de nosotros, por ello se hace urgente mirar en este día al Sagrado Corazón de Jesús, recurrir a Él implorando su Misericordia, para que nos saque de tanto desorden moral que asfixia y lleva a la perdición a tantas y tantas almas.
Ante un desastre como el de la guerra actual, somos capaces de movilizarnos para ayudar y auxiliar a los damnificados en lo material y en lo humano, lo cual es muy loable, pero como avisa Cristo, eso también lo hacen 'los publicanos y los gentiles' (cfr. Mt 5,46-48), por ello cada uno ha de preguntarse si en su vida personal ha corregido alguno de sus vicios personales para mover el Corazón de Jesús, pues sólo volviendo a Dios y haciendo camino de conversión se logrará que la asfixia que sufrimos, ya apuntada más arriba, se abra a la Luz y a la Paz.
Mira hoy al Sagrado Corazón de Jesús, desagráviale como mejor puedas y contribuye a que su Misericordia pueda escuchar ‘los gritos de su pueblo’, porque Él “no olvida los gritos de los humildes” (Sal 9, 13).
Con esta sugerencia, que desearía fuera un compromiso real y auténtico, lo dejo pidiéndote que ya reces, al menos un padrenuestro, a este Señor Misericordioso, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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