Reflexión 30 de Noviembre

Buenos días.
Para dejar completado el tema que veíamos ayer de la Paciencia, en orden a buscar en concreto caminos para la propia conversión y a la que invita con determinación el Adviento, vamos a considerar la Impaciencia.
La Impaciencia consiste en dejarse dominar por las contrariedades de la vida hasta el punto de caer en la murmuración, en lamentaciones, quejas frecuentes, arrebatos de ira, etc.
La Impaciencia aumenta el número y el peso de los padecimientos; solo causa destrozos y es ineficaz.
La Obra de Misericordia “Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos”, no excluye que tengamos que se pacientes también con aquellos acontecimientos que no tienen su causa ni en los otros y en nosotros mismos: enfermedades, catástrofes..., contrariedades que se presentan a lo largo del día, situaciones, en fin, que pueden llegar a quitarnos la paz y que, finalmente, nos hacen reaccionar malhumorados con los que no tienen culpa alguna
La visión sobrenatural y providente de las cosas nos dará serenidad y paz, porque la FE nos lleva a incluso a gloriarnos en las tribulaciones. Atendamos a lo que nos dice San Pablo: “Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5,3-5).
Ojalá que decidamos vestir la Paciencia como traje definitivo, para poder presentarnos dignamente ante el Señor cuando llegue en Poder y Gloria.
Y ahora ya te pido que reces con Fe y Esperanza, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos cada día en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
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Reflexión 29 de Noviembre

Buenos días.
Ya el Evangelio nos advierte que “no sabéis el día ni la hora en el que vendrá vuestro Señor”, y aunque ha pasado el tiempo, los años, toda la vida para cada uno, lo cierto es que se debe estar dispuesto a la Parusía, la llegada del Señor en poder y gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.
Podríamos hacer el pequeño esfuerzo práctico de ver cómo poner un poco de orden en la propia vida, para estar en verdad en vela esperando al Señor que llega.
Hoy os propongo que busquemos en el ‘armario del propio corazón’ vuestra vestidura: la Paciencia, virtud que se contrapone como bien sabéis a la Ira.
La Paciencia es la virtud que da a la persona la capacidad para padecer o soportar algo sin alterarse, saber esperar cuando las situaciones son adversas y se necesita tiempo para remontar.
San Pablo en el Himno a la Caridad, 1 Cor 13,4, dirá que la Caridad es paciente, y en el libro de los Proverbios leemos: “Más vale el hombre paciente que el héroe, el dueño de sí que el conquistador de ciudades” (Prov 16,32).
El cristiano necesita ejercitar esta virtud, en primer lugar, consigo mismo, pues con facilidad aparece el desaliento ante los propios defectos, que se repiten una y otra vez sin lograr superarlos.
Habrá que saber esperar y luchar con paciente perseverancia, convencido de que en muchas ocasiones, la superación de un defecto o la adquisición de una virtud es cuestión de continuidad y constancia. San Francisco de Sales escribe en su Epistolario: “Hay que tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar con uno mismo”.
En segundo lugar, tendremos que tener paciencia con quienes tratamos más a menudo, así como con todos en general, pues las flaquezas de los demás pueden hacernos perder la paciencia, sobre todo cuando se repiten con frecuencia.
Cada día tenemos la oportunidad de practicar la Paciencia, siguiendo el consejo de San Pablo en Col. 3,12-15: “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección”.

Vamos, pues, a intentar, de una forma práctica y real, prepararnos para la Venida del Señor, desempolvando del ‘armario del corazón’ esta prenda de vestir cual es la Paciencia, y debidamente arreglada y aseada, vestirla ya para siempre, pues con ella podremos poner otras en condiciones de poder vestirlas también, de forma que cuando llegue el Señor, que llegará, nos encuentre como Él desea: en vela y con las lámparas encendidas.
Te pido que durante este Adviento hagas el esfuerzo de rezar con Fe y Esperanza por los Hermanos, sus necesidades e intenciones, que aquí nos encontramos cada día en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
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Reflexión 28 de Noviembre

Buenos días en el Primer Domingo de Adviento.
Primer día del Año Litúrgico dentro del Tiempo de Adviento, con el que la Iglesia nos pone ante las dos venidas del Señor Jesús.
Concluyendo el Adviento, estaremos ante la Primera Venida del Señor en su Natividad, y a partir de hoy, la Santa Iglesia nos presenta la Segunda Venida del Señor en Poder y Gloria: La Parusía.
Para la Comunidad Cristiana le es más fácil fijarse en la Primera Venida que en la Segunda Venida, sin duda porque se la siente más cercana, tanto en los sentimientos y en los afectos, pero si ciertamente fue muy importante para toda la humanidad, pues de ella se derivó la Redención del género humano, la Segunda Venida es ante la que ahora cada creyente, cada persona ha de responder.
En la Profesión de Fe se proclama: “… Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos…”, lo que significa que el fiel cristiano lo cree, lo profesa y, en consecuencia, lo espera.
En el Nuevo Testamento hay bastantes pasajes en los que se nos alecciona a estar preparados para cuando llegue el momento, “pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche” (1 Tes 5,2). Y en el Apocalipsis advertirá: “Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Ap 3,3).
Aquí tenéis lo esencial de lo que es y representa la Parusía, que exige una decisión y una actitud; la primera, para optar con verdad a vivir en la ‘espera’, y la segunda, para mantener ‘las lámparas encendidas’, esto es, vivir ‘vestido con el traje de bodas’, en nuestro lenguaje más inmediato: vivir en la Gracia de Dios, en auténtico camino de conversión, que pase lo que pase y llegue como y cuando llegue, podamos participar eternamente de la Gloria de Dios, al escuchar las palabras del Señor Jesucristo: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo…” (Mt 25,34).
Es un Tiempo penitencial en tanto que para hacer el camino de conversión que cada persona necesite, ha de comenzar por lo que para cualquiera es una gran prueba que presenta el Señor Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mc 8,34), pero de igual forma, es un tiempo en el que la Esperanza es la gran Luz que nos sostiene y acompaña, para ir haciendo el camino maravilloso que llevará al encuentro definitivo con la Gloria del Señor, esto es, vivir eternamente en la presencia y plenitud de la Santísima Trinidad.
No sabemos ‘ni el día ni la hora’, pero sí lo tenemos cierto que el Señor viene y hemos de estar en vigilia y preparados, pues también hay ya algunos signos de los que anuncia la Sagrada Escritura.
Con alegría gozosa avancemos por este Adviento, trabajando por conseguir un corazón limpio, ante el que Señor cuando llegue nos acogerá y nos pondrá a su derecha.
Ya es el momento de rezar hoy al Señor Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 27 de Noviembre

Buenos días en la Fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Medalla que la Virgen Santísima entregara a Santa Catalina Labouré el 27 de noviembre de 1830
Cuando se le apareció, la Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina: "Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".
Alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". 
Entonces una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.
Esta Medalla ha hecho infinidad de milagros de Gracia, que aún hoy se siguen sucediendo en aquellos que aceptando esta Medalla recurren a la Santísima Virgen con esta hermosa jaculatoria: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti".
Pero esta jaculatoria se puede decir tantas veces se quiera o se necesite aun cuando no se tenga la Medalla, pues como toda jaculatoria es un grito de amor que surge del corazón en necesidad, en suplica, en alabanza, en gratitud, en ..., hacia la Virgen María, en este caso,  como en otras circunstancias pueden dirigirse a cualquiera de las tres Personas de la Santísima Trinidad, a San José, etc.
En este sábado, preludio del Tiempo de Adviento en el que María tiene también un papel importantísimo, ofrezcámosla nuestro filial cariño rezando la jaculatoria mencionada cuantas veces nos sean posible.
Y a Ella, igualmente recemos para que venga en ayuda de las intenciones y necesidades de todos los Hermanos que aquí nos encontramos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
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Reflexión 26 de Noviembre

Buenos días.
Es muy importante tener la oportunidad de prepararse para los acontecimientos o sucesos que van a acontecer, pues no deja de ser una buena oportunidad para aprovechar convenientemente lo que se está viviendo o está próximo a suceder.
Hoy viernes y mañana son las últimas horas de este año litúrgico que se acaba, dando paso el domingo al nuevo Año Litúrgico con el Tiempo de Adviento.
Darse cuenta con alguna frecuencia de lo que es el tiempo y su finitud, de la sucesión de las horas y de los días, es algo muy saludable para la salud mental, pues ayuda a ir asumiendo lo que realmente es el tránsito de la vida terrenal con todo lo que ello supone.
Responsabilizarse de lo que ha ocurrido, aceptándolo conforme sea la exigencia que tenía, para poder hacer el camino de madurez y crecimiento, en todos los órdenes de la vida de la persona, es no solo importante, sino necesario.
Pero esta actitud ante lo ocurrido es necesaria igualmente para lo que ha de suceder, pues será preparar los caminos que se han de andar y ante los que en cualquier situación sorpresa, se sabrá responder mucho mejor que cuando se camina sin rumbo, porque aunque uno piense que va a poder afrontar cualquier cosa que se presente, no será cierto pues las personas se desconciertan con mucha facilidad cuando cualquier sobresalto les desvía el rumbo ya conocido del día a día .
Recojamos en el propio corazón todo lo vivido en este año litúrgico recorrido, de la mano de la Santa Madre Iglesia; démosle gracias a Dios por todos los beneficios y gracias recibidos y mostremos nuestro dolor y arrepentimiento por todos los errores y pecados cometidos. Y si fuese necesario pidamos perdón acercándonos al Sacramento de la Confesión.
Hoy te pido ya que reces al Sagrado Corazón de Jesús, para que en su infinito Amor y Misericordia, atienda todas las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 25 de Noviembre

Buenos días.
En el quinto mandamiento de la Ley de Dios, hay un pecado contra la vida corporal que es el suicidio, la muerte que uno se da a sí mismo.
Sabemos bien que Dios es el único Señor de la Historia, y en consecuencia también el único Señor de la vida y de la muerte, por ello es reprobable el acto de suicidarse.
En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos varios puntos que tratan esta cuestión.
En el punto 2280 dice: “Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. El sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella”.
Seguidamente agrega: “El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio, por tanto, es contrario al amor del Dios vivo”.
Ahora bien, “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida”, por lo que concluye el Catecismo en su punto 2283 que: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que El solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”.
Según esta doctrina de la Santa Iglesia Católica, hemos de ser muy cuidadosos en el juicio de personas que sufren esta grave enfermedad, podríamos llamarla así, del suicidio.
El juicio eterno es de Dios, que es Padre, misericordioso y que conoce la verdadera realidad del corazón de cada persona en la más justa realidad y medida.
Y es en este juicio amoroso de Dios en el que siempre debemos confiar, sabiendo, por otra parte, que es además Padre justo que sabe valorar toda la realidad que envuelve a cada persona en cada momento de su vida.
Vivimos tiempos tan complicados como crueles, pues sabemos por las estadísticas que en este tiempo de pandemia han aumentado los suicidios, por las situaciones extremas en las que se han encontrado muchas personas que no han sabido o podido encontrar otro comino, otra salida que el suicidio.
Y esta realidad ha de suscitar en nuestros corazones sentimientos de piedad y de misericordia, rezando con intensidad por todas aquellas personas desesperanzas, que se ven abocadas a que la desesperación en grado extremo y no encuentran más salida que el suicidio. Oremos con Fe y Esperanza para que de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, vuelvan a encontrar la Esperanza que les devuelva a la alegría y a la ilusión primera
Y ya, también, ahora te pido que reces como cada día al Señor Jesucristo, para que en su Divino Corazón atienda tus súplicas en favor de las necesidades de los Hermanos que aquí estamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 24 de Noviembre

Buenos días.
Estamos justamente a dos semanas de clausurar el Año Santo dedicado a San José, ya que nos queda este miércoles y el próximo día 1 de diciembre.
Se hace pues muy necesario que aprovechemos estos quince días para poder consolidar la gran cantidad de gracias que, sin duda, el Cielo ha derramado por la intercesión del Santo Patriarca.
Os propongo que durante las dos semanas que tenemos por delante aprovechemos cada día para un par de cosas.
La primera para interiorizar bien todo lo que en este Año Santo hemos recordado, y, sobre todo, hemos aprendido de este hombre sencillo, fiel, humilde y obediente a los deseos del Padre Dios.
La otra sería que sigamos pidiéndole con insistencia por la Iglesia Católica, para que bajo su patrocinio supere todas las tribulaciones que acaecen sobre ella.
Y también por las familias, por España y por el mundo en general, pues bien sabemos lo difícil que están todas las cosas y a todos los niveles.
Sería una desgracia que pasado el día 8 de diciembre, día de la clausura del Año Santo, quedara olvidado en el recuerdo todo lo que ha sido y supuesto este Año, así como malogradas la cantidad de gracias recibidas, tanto a nivel personal como globalmente.
Reza hoy con gran confianza a San José, para que todos los Hermanos que nos encontramos aquí en torno a su Santísima Esposa, encuentren consuelo y solución a los problemas y necesidades que tengan. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 23 de Noviembre

Buenos días.
Me gustaría hacerte una pregunta sencilla: ¿Has pensado, meditado o reflexionado alguna vez sobre el valor real de las cosas?
Cuando ya se tiene cierta edad que ha permitido conocer la vida anterior al desarrollo y los avances de las últimas décadas, quizás es más fácil hacer estas consideraciones que hoy quiero plantear. Para las generaciones más jóvenes, puede ser algo más difícil hacer este ejercicio de encontrar el valor real de las cosas.
Al hombre de hoy le es muy difícil sustraerse de la realidad que sencillamente vive, esto es, protegido por todos los medios que tiene a su alcance y que le facilita un confort más allá de lo que imagina.
Por ello le será complicado distanciarse de las cosas para poder comprender mejor lo que tiene y lo que ello supone, por ejemplo, podemos plantear los medios informáticos y digitales en todo el abanico existente, a través de los cuales se ha llegado a un grado de control más que aceptable de las cosas ordinarias.
Si verdaderamente la persona fuera capaz de distanciarse, ver qué pasaría si de repente fuera perdiendo todo lo que ha ganado, ¿sería capaz de vivir con la disponibilidad y el decoro propio de los hijos de Dios?
El valor de las cosas no está en el que le quiere dar la persona, sino en lo que representa para que ésta pueda hacer su camino de Fe, pero nunca en una dependencia de ellas, que puede incluso hasta esclavizarla.
Bueno es reconocer el valor, por ejemplo de la electricidad, pero saber que no siempre se vivió en la abundancia de ella, y aunque sea un bien de primera necesidad, siempre habrá que estar en la disposición de aceptar cualquier situación que pueda incluso ser restringida de alguna forma.
Pero para poder estar a la altura de sufrir carencias que en el presente no se tienen, se hace necesario ser dueño de la propia vida y no un ser dependiente de las cosas, como queda dicho más arriba, de tal manera que a la mínima dificultad todo se venga abajo .
Se hace necesario ser conscientes de los límites humanos que se tienen en sí mismo, pero también reconocer todos los beneficios recibidos por los avances de la ciencia, tecnología, etc., para poder abrir el corazón a la gratitud a Dios, al tiempo de que conscientes de que no se es dueño ni de la vida ni de la historia, dar gloria a Dios cada día por lo que se tiene e implorar su gracia, para que se siga teniendo y que su mano todopoderosa impida cualquier desgracia colectiva, que nos sumerja en la pobreza y la carencia de las cosas de primera necesidad.
Si sabemos dar el valor real a las cosas, sabremos estar en la sensibilidad necesaria para abrirnos a la gracia y a la misericordia de Dios.
Caminamos hacia el encuentro con Dios y el corazón debe irse acostumbrando a vivir a lo divino y no a lo humano, esto es a lo materialista y a lo más inmediato, sin pensar en el valor real de las cosas.
A este Dios nuestro Padre, reza hoy por todas las intenciones y necesidades de todos los hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 22 de Noviembre

Buenos días.
Siempre es bueno escuchar y pensar un poco de aquello que nos han legado los antepasados, máxime cuando se trata de personas insignes como Francisco de Quevedo. 
En este pensamiento: “El mayor despeñadero, la confianza”, muestra la cara menos agradable de lo que significa la ‘confianza’, que es cuando la persona pone todo el acento en sus posibilidades, que las cree casi insuperables por nada ni por nadie.
Sin duda la persona debe confiar en sí misma, pero conociendo perfectamente cuáles son los límites de las capacidades que tiene, para poder actuar con la prudencia que le librará de no precipitarse en el vacío del fracaso o de la ridiculez.
Pero la confianza también es saber esperar en aquella persona que con seguridad no te va a fallar en ningún aspecto de las propias necesidades. En este sentido sí que es muy importante ejercitar la confianza.
Sin duda, la Fe lleva a la persona a conocer lo que es verdaderamente confiar con seguridad de éxito en Aquel que nunca va a fallar, porque es el AMOR desinteresado que se entrega totalmente al hombre, cuando éste se sabe abandonar en su providencia amorosa y misericordiosa.
Bien estará reflexionar un poco en la calidad de la propia confianza, para ver hasta dónde llega en una y otra dirección: la confianza en sí mismo y la confianza en Dios nuestro Padre o en las personas que le pueden merecer esta seguridad.
Te pido como cada día que reces a este Padre de las misericordias, al menos un padrenuestro, por todas las necesidades de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en María, nuestras Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 21 de Noviembre

Buenos días en el Día del Señor, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
Ya hemos repetido otras veces que estamos atravesando unos tiempos muy inciertos, sin alcanzar a ver las consecuencias reales de esta situación. Ni hasta dónde nos pueden llevar.
Pero esta Celebración solemne de Jesucristo, Rey del Universo nos llena de Luz y de Paz.
De Luz, porque es lo que más necesitamos las personas en estos momentos, la Luz de Cristo Resucitado que nos muestre la realidad de las cosas, de forma que cada persona pueda ver y comprender bien, desde su historia personal hasta todo cuanto le rodea.
De Paz, porque como nos dice el Libro del Apocalipsis en el capítulo 1: “Al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre. A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”
En el Señor Jesucristo está nuestra vida, porque Él es el origen de nuestra Fe y de nuestra Esperanza, y de su mano podremos encontrar la solución para todos los problemas, angustias e incertidumbres que nos acechan.
A Él hay que clamarle día y noche, para que 'el poder de las tinieblas' no siga avanzando en nuestro mundo extendiendo sus errores y maldades, y que nos libere de las consecuencias nefastas de estas realidades que van aprisionando todo lo que comporta la convivencia humana.
Puestos hoy en la presencia de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, renovemos nuestra Profesión de Fe (Credo) y nuestras Promesas Bautismales, de forma que bajo su protección podamos seguir el camino de la propia conversión.
Y a Él también hoy le encomendamos las necesidades materiales y espirituales de todos los Hermanos, que aquí no escontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 20 de Noviembre

Buenos días.
Bajo la mirada de nuestra Santísima Madre nos disponemos a Celebrar la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, último Domingo del Año Litúrgico.
Sabemos que María Santísima vivió durante todo el recorrido vital de Jesús en este mundo, en una gran unidad con su Hijo Jesucristo, por ello, mejor que Ella nadie pudo ni puede conocer al Unigénito de Dios.
Esta realidad nos lleva a comprender la importancia que tiene la Virgen María en toda la Obra Redentora y Salvadora del Señor Jesucristo, razón por la que estando viviendo de su mano nunca estaremos lejos de Jesús.
Por otra parte, cuando nos disponemos a celebrar esta Solemnidad de la Realeza de Cristo sobre todo el Universo, no podemos dejar de mirar a su Madre Amantísima, Reina y Señora de todo lo creado, como se enuncia el quinto misterio glorioso del Santo Rosario.
Se hace urgente y necesario que los fieles católicos recuperemos, para la Virgen Santa María, el lugar que le corresponde en la Iglesia y en el mundo, más allá de las devociones, llamemos de orden sentimental, que se han dado a lo largo de los años, y que cuando por la presión de la pandemia y de los confinamientos, se han desvanecido hasta gran parte de ellas, particularmente las de expresión pública.
Revitalicemos con una espiritualidad mariana sólida, comenzando a nivel personal, el encuentro con la Virgen Santa María, ayudando a los demás a que reconozcan en Ella a ‘la mujer de nuestra raza’, que Dios escogió para que fuera: la Hija de Dios Padre, la Esposa de Dios Espíritu Santo y la Madre de Dios Hijo.
Ella está pronta a nuestros ruegos para enseñarnos y ayudarnos a vivir en el agrado de Dios. Acudamos, pues, a Ella para que nos sostenga y nos fortalezca, suplicándola que nos alcance todo aquello que necesitamos para ser responsables, desde el lugar en el que estamos, en el devenir histórico de los tiempos que nos están tocando vivir, tan necesitados de Luz, de Verdad y de Paz.
Hoy te pido que reces a la Virgen Santa María por todas las
necesidades de los Hermanos, que aquí nos volvemos a encontrar. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 19 de Noviembre

Buenos días.
A través de la oración mantenemos la presencia de Dios en nuestras vidas; es uno de los medios necesarios para tener una relación fluida con el Señor, que sabemos es muy conveniente para mantenerse, no solo en su presencia, sino conociendo además su santa voluntad.
Esta oración, que siempre debe ser lo más dinámica posible, tiene muchas expresiones, una de ellas es la llamada ‘oración continua’, que consiste en mantener la unión con Dios de una forma permanente.
Ello se puede lograr a través de una pequeña oración que se repite de forma tranquila, serena, de forma que la persona acompase la oración con su respiración, de modo que pueda, incluso mantener otras actividades que no exijan una atención especial.
Esta, digamos, breve oración puede ser de las que denominamos ‘jaculatorias’, que bien están ya formuladas, bien se pueden crear por uno mismo o bien se puede tomar de cualquier salmo o texto de la Sagrada Escritura.
Hecha esta introducción, os quiero proponer  del Salmo 50 el versículo que dice: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro”, cuya importancia espiritual es más que extraordinaria si tenemos en cuenta lo que supone un corazón limpio, un corazón puro.
Todos sabemos, como enseña el Señor Jesucristo, que en el corazón alberga cada persona los mejores y los peores sentimientos, que luego condicionarán los pensamientos, los gestos, las palabras, las acciones y, también, las omisiones, de forma que los pecados o virtudes, en su caso, florecerán con naturalidad.
Por otra parte conocemos los momentos en los que Jesús muestra la importancia de tener este ‘corazón puro’, como por ejemplo en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8); “…lo que sale de la boca brota del corazón” (Mt15,18) y, aunque hay muchas más citas, incluyamos ésta: “Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro” (Mc 7, 21-23).
Dios quiera que esta llamada a tener y mantener ante el Señor Dios el corazón limpio, puro, nos lleve a convencernos de que tener un ‘corazón limpio’ es básico para ir construyendo una vida en el Amor de Dios, que desembocará en la plenitud de la Vida con Dios, que es el Cielo por toda la eternidad.
En este día penitencial, ruega la Señor Jesús Crucificado por todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 18 de Noviembre

Buenos días.
Estamos a tres días de celebrar la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Aparte de que el encuentro de hoy nos sirva a cada uno, para preparar el corazón y la mente cara a vivir esta Solemnidad, con el mejor espíritu cristiano puede ser interesante plantearse dos cosas.
Una, responder a la pregunta sencilla de: ¿Qué conciencia tengo personalmente, así como la que encuentro a nivel general de que Jesucristo es el Rey del Universo?
Otra, ¿Qué estoy dispuesto a hacer personalmente, para que en verdad el Señor Jesucristo, Rey del Universo, lo sea en el ámbito social, comenzando lógicamente para que lo sea en la propia vida?
En la vida de un fiel cristiano, las experiencias que emanan del propio Bautismo, han de ser las ‘Verdades de la Fe’ vividas más allá de la simple teoría.
Sin duda que el Espíritu Santo te ayudará a profundizar en lo planteado: recurre a Él.
Hoy, ya te pido que reces con mucha ilusión en favor de las necesidades de todos los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 17 de Noviembre

Buenos días.
Estamos a tres semanas justas de clausurar el Año Santo de San José y bueno será que aprovechemos este tiempo para varias cosas.
Lo primero, dar gracias a Dios por el gran don que ha supuesto para la Iglesia Católica y todos sus fieles, este Año de Gracia.
Después, dar gracias también por la oportunidad que hemos tenido a lo largo del año, de conocer más y mejor a este gran Patriarca que es San José.
Y también, por la gran confianza que ha despertado en muchos corazones el gran tesoro que supone, para la espiritualidad personal de cada uno, su testimonio y su patrocinio.
En estas tres semanas hemos de invocarle de continuo para que nos ayude, como dice la oración del Papa León XIII, a ‘santamente vivir y piadosamente morir’, pero sobre todo que su valiosa intercesión ante Dios, nos alcance la Gracia y la fortaleza para poder vivir estos tiempos de incertidumbres como él hizo en aquellos duros momentos de la Encarnación, Nacimiento e Infancia de Jesús.
Nuestro mundo, nuestra España, las gentes de nuestros pueblos, necesitamos mucha conversión de vida, volver a Dios; hay tantos que viven de espaldas al Dios Altísimo, a sus leyes de amor y de misericordia, que hace que las fuerzas diabólicas tengan gran poder sobre los corazones, seduciéndolos a vivir en el error y a cometer todos los desórdenes que producen las pasiones aceptadas del corazón y de la carne.
Mucho hemos de rezar para que la Misericordia de Dios alcance a todos los hombres, y también, trabajar cuanto esté a nuestro alcance, para ayudar a cuantos se pueda a que se decidan a volver a la casa del Padre, como el hijo pródigo de la parábola.
Y ahora te pido tu oración de hoy, de ahora, al Santo Señor, San José, para que interceda por la solución de todos los problemas y necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en su Santísima Esposa, María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 16 de Noviembre

Buenos días.
Siguiendo con el 5º Mandamiento: No matarás, vamos a considerar dos gravísimos pecados que están muy de actualidad en nuestra sociedad, que además de tener la significación personal de quienes los cometen, también se han convertido en pecados sociales al ir asumiéndolos con cierta naturalidad por parte de gran parte de la sociedad.
En primer lugar veamos el aborto. En todos los casos de aborto voluntario se comete un grave homicidio; el Concilio Vaticano II llama al aborto y al infanticidio “críme­nes abominables” (GS 51).
No considera la Iglesia distinción alguna entre las diferentes clases de aborto y entre el momento en que se produce la interrupción voluntaria y provocada del embarazo (cf. Catecismo 2274)
Siempre que se provoque el aborto, se comete un atentado contra el Quinto Mandamiento.
En este gravísimo delito moral incurren los padres, los médicos, enfermeras, asesores y quienes intervengan directa o indirectamente en la consumación del mismo, de forma que todos los que procuran el aborto, con eficacia, incurren en excomunión automática según el canon 1398 del Código de Derecho Canónico, lo que les priva totalmente de la Gracia de Dios.
El otro pecado al que me refiero al comienzo, es la eutanasia que consiste en acortar la vida de una persona anciana o enferma, administrándole medicamentos que provoquen o aceleren el momento de la muerte.
No se debe confundir la eutanasia con los cuidados paliativos, que se administran para mejorar la calidad de vida de los pacientes que tienen una enfermedad grave o potencialmente mortal.
Al enfermo que sufre se le pueden administrar calmantes (drogas o medicinas), según la intensidad de su dolor, aunque ello pueda indi­rectamente acortarle algo la vida.
Lógicamente será conveniente que antes de entrar el enfermo en un estado incons­ciente o de coma, reciba los sacramentos y la asistencia espiritual.
Hoy la meditación nos invita a la reflexión sobre estas dos realidades tan presentes en nuestra sociedad, de las que siempre conviene tener las posturas muy definidas, pues no es tan difícil encontrarse en situaciones ante las que uno se debe manifestar e incluso actuar.
Hemos dicho ya en diferentes ocasiones lo importante que es tener una conciencia recta y bien formada, con la que poder hacer frente a la 'cultura de la muerte', que se manifiesta en el 'pensamiento dominante' y que alienta y favorece de una forma directa, tanto el aborto como la eutanasia.
Te ruego ya que reces a Dios Todopoderoso, por todas las necesidades y dificultades que tengan los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 15 de Noviembre

Buenos días.
La Iglesia nos pone hoy la memoria de San Alberto Magno, fraile dominico que llegó a ser Obispo y Doctor de la Iglesia.
San Alberto Magno fue también un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y en general, un polímata de la ciencia medieval. Se caracterizaba por su nobleza y liderazgo.
San Alberto nace en Lauingen (Alemania) entre 1193/1206 y muere en Colonia el 15 de noviembre de 1280.
Su vida reúne, como hemos dicho, múltiples facetas: científico y teólogo, fraile y místico, obispo y doctor de la Iglesia… Patrono de los científicos, es también considerado uno de los más grandes genios de Occidente y un santo de talla universal, de ahí el apelativo de ‘Magno’, que tan solo él ha merecido en el campo del conocimiento.
Nos vamos a fijar en un pensamiento suyo que nos ayude a la reflexión:
“Es más difícil no envidiar a un amigo feliz que ser generoso con uno desgraciado”.
Leído de entrada, no parece que tenga mucha trascendencia, pero cuando uno se para y lo vuelve a leer y releer encuentra bastante sentido.
Sin duda que un amigo, un buen amigo, es algo muy importante para cualquier persona, pero las pasiones del corazón todo lo estropean, y claro, los celos, la pelusa, la rivalidad…, son muy malos consejeros. San Alberto plantea la actitud ante ‘un amigo feliz’, que quizás no lo sea ni uno mismo, razón doble por la que se le ha de ‘envidiar’, cosa que evitarlo se hace un tanto imposible, ¡tanto! que el Santo pone la comparación de ser generoso, como contrapartida, con cualquier desgraciado o marginado, que tanto cuesta en nuestro mundo, como en el suyo de ocho siglos atrás.
Merece la pena ser sinceros siempre, pero sin duda más y mejor consigo mismo. Aquí tienes la invitación de hoy para ayuda en tu crecimiento espiritual, tanto moral como humano y social.
Y hoy, aprovecha tu oración en ayuda de las necesidades de los Hermanos, al mismo San Alberto Magno para que interceda por todas ellas. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 14 de Noviembre

Buenos días en el Día del Señor.
Siempre debemos atender y escuchar la Palabra de Dios, pero las lecturas que en estos días no va ofreciendo la Iglesia son muy importantes en sí mismas, máxime si tenemos en cuenta todos los acontecimientos en los que nos encontramos inmersos.
Lo primero que quiero destacar de la Sagrada Liturgia de este penúltimo domingo del Año Litúrgico es la oración colecta, que dice: “Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Qué hermosa petición: ‘concédenos vivir siempre alegres en tu servicio’; sabemos que la alegría es fruto del Espíritu Santo, que se asegura siempre cuando la Paz de Dios está en los corazones, por la vida de la Gracia.
Y mantenerse en el ‘servicio divino’ no es otra cosa que anticipar, con y en las limitaciones propias de la condición humana, la presencia del Reino de Dios, en el que cuando lleguemos no haremos otra cosa que servir a Dios en su Gloria.
En las lecturas que se proclaman en la Santa Misa hay referencias a los ‘últimos tiempos’ que bien convendría considerar, pues no hay duda que las circunstancias actuales ayudan a comprenderlas mejor, pero me quedo en la última frase del evangelio Mc 13,24-32: “En cuanto al día y a la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre”, lo cual es una buena invitación a que vivamos ese otro consejo evangelio en el que el Señor Jesucristo ha repetido insistentemente: “Velad, velad y orad…”, pero más concretamente en Mt 24,44 nos dice: “Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.
Dediquemos el tiempo de oración de este Día del Señor para reflexionar, para poder ajustar nuestra vida a la voluntad de Dios y así también enseñarlo a los otros.
Sin dejar de rezar, con fe y esperanza, al Señor Resucitado por las necesidades de los Hermanos convocados aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 13 de Noviembre

Buenos días.
Vamos avanzando a culminar el Año Litúrgico y bueno será disponernos a concluirlo con el corazón totalmente vuelto al Señor Jesucristo, Rey del Universo, cuya Solemnidad celebraremos el próximo día 21 de noviembre, con la que daremos por concluido este Año.
Uno de los anhelos del Señor Jesús y de su Santísima Madre es ver a su Iglesia en la UNIDAD de todos sus miembros, lo cual no siempre se puede contemplar en los comportamientos egoístas de las personas en general y de los cristianos en particular.
Os ofrezco un Himno de la Hora de Laúdes, que es una bonita oración para que nos ayude a la reflexión de ese ‘espíritu de unidad’ por el que cada uno debe trabajar, convirtiéndonos en auténticos apóstoles de Unidad. (Jn 17).
“Padre nuestro, padre de todos, líbrame del orgullo de estar solo.
No vengo a la soledad cuando vengo a la oración, pues sé que estando contigo, con mis hermanos estoy; y sé, que estando con ellos, tú estás en medio, Señor.
No he venido a refugiarme dentro de tu torreón, como quien huye a un exilio de aristocracia interior. Pues vine huyendo del ruido, pero de los hombres no.
Allí donde va un cristiano no hay soledad, sino amor, pues lleva toda la Iglesia dentro de su corazón. Y dice siempre "nosotros", incluso si dice "yo”. Amén”.
En este espíritu de unidad es en el que cada día busco y pido tu oración, que hoy suplique a María, nuestra Madre y nuestra Guía, para que acuda en auxilio de todas las necesidades de los Hermanos, que aquí volvemos a encontrarnos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 12 de Noviembre

Buenos días.
Muy unida a la condición humana suele haber una muy mala consejera, cual es la ambición en el sentido más amplio del término, agravada por una sociedad de consumo en la que las personas se sienten impulsadas a querer tener, casi por la simple ‘ambición’ de tener.
Claro que la ambición es cuando menos una seria imperfección en la vida moral de la persona, y no digamos cuando alcanza niveles en los que entran otros pecados, como puede ser la envidia, el orgullo, la rivalidad, etc.
La pasión, propia también de la condición humana, no se la puede dejar que arrastre hasta el deseo ardiente y desordenado de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama, de la forma vehemente con que se llegan a desear.
Publio Siro, escritor de la antigua Roma, dijo: “El que persigue dos liebres no coge ninguna”, retrato exacto de tantas actitudes personales que ambicionan de tal forma desordenada, que al fin no alcanzan ninguna de las cosas que ambicionan, o las logran a un alto precio moral y social.
Revisemos si está el propio corazón herido de una ambición ilícita que no nos deje caminar hacia el encuentro con nuestro buen Padre Dios.
Y en este día penitencial, reza, por favor, al Señor Jesús Crucificado para que bendiga y socorra todas las necesidades de los Hermanos que volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 11 de Noviembre

Buenos días.
Vayamos a considerar ya las partes que conforman el 5º Mandamiento de la Ley de Dios: No matarás.
Comencemos a repasar los pecados que se pueden cometer contra la vida corporal, pues aunque se esté exento de alguno de ellos siempre conviene revisarlos y tomar más clara conciencia de lo que son.
Comencemos por el homicidio, que es la muerte dada a otro sin legítima autoridad y con deliberación.
En el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2268 dice: “El quinto mandamiento condena como gravemente pecaminoso el homicidio directo y voluntario. El que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen un pecado que clama venganza al cielo”.
Y agrega el mismo punto: “El infanticidio, el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge, son crímenes especialmente graves a causa de los vínculos naturales que destruyen. Preocupaciones de eugenesia o de salud pública no pueden justificar ningún homicidio, aunque fuera ordenado por las propias autoridades”.
Hay que afirmar con rotundidad que la vida es un don de Dios y sólo Él es dueño de la misma
El Catecismo hace diferencia entre homicidio voluntario e involuntario; condena como gravemente pecaminoso el voluntario y directo, y aunque el involuntario no es moralmente imputable, “no se está libre de falta grave cuando, sin razones proporcionadas, se ha obrado de manera que se ha seguido la muerte, incluso sin intención de causarla”
Catecismo 2269. “El quinto mandamiento prohíbe hacer algo con intención de provocar indirectamente la muerte de una persona. La ley moral prohíbe exponer a alguien sin razón grave a un riesgo mortal, así como negar la asistencia a una persona en peligro.
La aceptación por parte de la sociedad de hambres que provocan muertes sin esforzarse por remediarlas es una escandalosa injusticia y una falta grave. Los traficantes cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable. (cfr. Am 8,4-10)”
No se considera homicidio la muerte que pueda ocasionarse en legítima defensa ante un agresor injusto. Si éste nos ataca poniendo en peligro nuestra vida, debemos defendemos en proporción a la violencia de que somos víctimas
La legitimidad la facilita esta proporcionalidad de medios de defensa. Por ello no sería justificable utilizar medios contundentes frente a ataques con poco o nulo riesgo de nuestra vida
A este respecto podemos leer en el Catecismo, nn. 2264- 2265: “El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal... La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad”.
Es muy importante darse cuenta el alcance de todo lo que abarca este Mandamiento, máxime cuando estamos en una sociedad tan violenta como en la que nos ha tocado estar y vivir.
Dejamos aquí las consideraciones del 5º Mandamiento, pidiéndote que reces al Señor Jesús en su presencia eucarística, para que venga en ayuda de todas las necesidades de los Hermanos, que hoy volvemos a encontrarnos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 10 de Noviembre

Buenos días.
Avanzamos por el mes de los Difuntos, en el que no podemos olvidar ni el destino de los que nos precedieron en el signo de la Fe, por los que hemos de ofrecerles sufragios cuantos podamos, ni tampoco obviar el destino de nuestra propia vida terrenal para hacer un camino desde la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Os ofrezco un cántico que bien conoceréis, para ayudar a encontrar en su reflexión Luz para seguir el propio camino en el Amor de Dios, que es lo que cuenta.
El Cántico de las creaturas de San Francisco de Asís.
“Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! ¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén”.
No olvides rezar, hoy a San Francisco de Asís, pidiendo su intercesión para alcanzar la gracia y la bendición de Dios en favor de las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 9 de Noviembre

Buenos días.
Celebramos hoy la fiesta de Santa Isabel de la Trinidad, monja carmelita descalza, que pudo y supo vivir una vida en perfecta sintonía con el nombre que le habían puesto en el convento.
Su disposición a vivir en completa dependencia de la Santísima Trinidad le llevó a tener tal grado de identificación con Ella, que en los pocos años que vivió en el convento, pues murió joven, con 26 años y 5 años de vida religiosa, pudo expresar sus experiencias místicas en abundante bibliografía a pesar del poco tiempo que dispuso.
Profundizar en el gran Misterio de nuestra Fe católica, cual es el de la Santísima Trinidad, es una de las mejores tareas que podemos tener, pues tanto la perfecta comunión de Amor que hay entre las tres Personas que la componen, como lo que cada una de Ellas nos procuran para el desarrollo y desenvolvimiento de la propia vida, son de altísimo valor para tenerlo en cuenta.
Hablamos de Dios Padre, Creador del mundo y Señor de la vida y de la muerte; de Dios Hijo, Redentor y Salvador nuestro; de Dios Espíritu Santo, que nos alienta y guía para que podamos cumplir la Voluntad de Dios y seguir los caminos que nos preparó el Señor Jesús.
Mejor que mis palabras os ofrezco una oración de Santa Isabel de la Trinidad:
“Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos
en la profundidad de tu Misterio.
Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo.
Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas
a tu acción creadora. Amén”
Si así fuera, qué fácil sería vivir esta Jornada terrenal.
Recemos ya, a la Santísima Trinidad: “Gloria al Padre,  al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos”, por todas las necesidades de los Hermanos, poniendo como intercesora a Santa Isabel de la Trinidad. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 8 de Noviembre

Buenos días.
Bien sabemos que lo más difícil en la vida es mantenerse en el combate de sacar adelante cualquier proyecto que se emprenda.
El historiador Thomas Carlyle tiene un pensamiento muy interesante para reflexionar; él dice: “Igual de héroe puede ser el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate”.
Buena clave es esta de que ‘jamás será héroe el que abandone el combate’, para planteársela uno mismo cuando por el cansancio, por el zigzagueo del capricho, por la huida del sacrificio o por cualquiera otra de las muchas situaciones en las que se encuentra la persona, abandona lo emprendido.
Abandonar suele ser una derrota, a no ser que sea al revés porque lo que se abandona sea el pecado, un mal hábito o cualquier vicio, pero normalmente se abandonan proyectos o caminos que responden a cuestiones lícitas, buenas o incluso las obligadas por responsabilidades adquiridas o aceptadas, en razón del estado de vida u otros compromisos.
Un héroe sabemos que está denominando a una persona que se sacrifica, que vive abnegadamente por conseguir el objetivo marcado o necesario, o simplemente que el cumplimiento de sus deberes y obligaciones le lleva, por diferentes circunstancias, a tener que vivir heroicamente.
Lo importante siempre, será no abandonar el camino emprendido nunca, siempre que sea el camino de la voluntad de Dios, pues será el que lleve hasta el Reino de Dios.
Entramos en el último mes del ‘Año de San José’, que deberíamos aprovechar para urgirle con la oración sencilla y humilde como él es, para que nos proteja. Proteja a la Santa Iglesia, proteja a España y al mundo, proteja a las familias… Que a todos nos ayude a ser fieles a la voluntad del Dios Altísimo como él lo supo ser.
Y aprovecha ya a rezar, hoy precisamente a San José, por todas las necesidades de los Hermanos, que como cada día nos encontramos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 7 de Noviembre

Buenos días en el Día del Señor.
En este domingo de la semana XXXII del Tiempo Ordinario, la Santa Iglesia reza así, que los fieles la ratifican y hacen suya con el ‘Amén’: “Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo”.
“Podamos libremente cumplir tu voluntad”, esta es la clave principal para vivir responsablemente el propio Bautismo e ir haciendo el camino de la vida en la exigencia que se nos pide para ir con seguridad al cielo.
Ya comentamos días pasados que no era tan difícil atender y vivir según la voluntad de Dios, pues en definitiva es tan sencillo como atender a los deberes morales y sociales que nos piden los Mandamientos de la Ley de Dios y todo lo que de ellos se deriva.
Cierto es que para mantener el cumplimiento de la Ley de Dios en todo el devenir de cada día, se necesitará vivir fielmente los deberes propios en todos los aspectos, para lo que a su vez se necesitará mantener viva la vida de oración personal.
Que no falte cada día ese rato de encuentro íntimo y personal con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el que se muestre el deseo grande de adorarle, amarle y mantener el dialogo sencillo y humilde con todas las inquietudes y preocupaciones que se tengan y se quieran compartir con Él.
Para mantener viva la voluntad de Dios y poder seguirla lo mejor posible, no se puede olvidar los Sacramentos, recordar y actualizar los recibidos: Bautismo, Confirmación, Matrimonio y Orden, según los estados personales, así como frecuentar la Confesión y la Sagrada Comunión, aparte de recibir la Unción de Enfermos cuando se requiera por la necesidad de la edad o de la enfermedad.
Seguir al Señor Jesucristo con la alegría de la vida cristiana no es nada difícil, únicamente habrá que mantener atención a todo lo que es el infinito Amor que Dios tiene a cada uno y procurarse también la ayuda de la Virgen Santísima y de San José, que en la Providencia Divina fueron los padres de Jesús, nuestro Redentor y Salvador.
Os deseo de corazón que este domingo sea una nueva ocasión de ese ‘encuentro personal’ con el Señor, para que puedas renovar tu Fe, tu Esperanza y tu Caridad, que te proporcione la fuerza necesaria para que puedas seguir el camino hacia la Patria Celestial, donde sabes que te están esperando.
Pero no olvides de dedicar un poquito tiempo a rezar al Señor Jesucristo Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que volvemos a encontrarnos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 6 de Noviembre

Buenos días.
Sábado, día dedicado a la Santísima Virgen María, vamos a considerar una de las invocaciones de las Letanías Lauretanas: “Madre de la Esperanza, ruega por nosotros”.
Cierto es que nos encontramos en unos tiempos convulsos, con gran presión en los aspectos más variados de la vida personal y social, que requieren gran dosis de serenidad para poder ver y actuar acertadamente.
Cierto es que desde que comenzó la pandemia, en la que se vio envuelto el mundo entero, no han dejado de ocurrir fenómenos de diferente tipo y orden que han hecho sufrir allá donde han ocurrido, como en el momento presente tenemos el volcán de la isla de La Palma, u otras situaciones que van afectando a mayor parte de la población mundial de una forma indiscriminada; ahí está también la crisis del transporte que va afectando al abastecimiento en muchos lugares, así como otras cuestiones que van surgiendo y extendiéndose paulatinamente, como la crisis de la energía por ejemplo, que ni tan siquiera se sabe en qué parará.
María, Madre de la Esperanza, quiere sostenernos en la jornada de esta vida que se torna difícil en los tiempos presentes, para que podamos ‘volver a Dios’, que resulta ser el mayor problema que tiene nuestra humanidad, aunque no quiera verlo ni entenderlo.
El hombre se ha ido alejando de Dios, caminando en sentido contrario y olvidando su destino de eternidad, que por más que le dé la espalda, ahí está. Otra cosa será el lugar donde se tenga que vivir esa eternidad, que es de lo que se han desentendido las personas y en lo que más trabaja el demonio para llevárselas a su reino de tinieblas, de frio y de carencia absoluta de todo amor.
¡Qué pena que las personas no quieran pensar tranquilamente en estas verdades de la Fe: Vida o Muerte; Cielo o Infierno; Amor u Odio…!
María, nuestra Madre y nuestra Guía, nos fortalece con la Esperanza en las penosas incertidumbres que van apareciendo y que nos arrastran, casi sin darnos cuenta, pero no precisamente a hacer un stop personal para darse cuenta de algo tan simple como que lejos de Dios, fuera de la sintonía con Él, será muy difícil, por no decir penosa, la subsistencia personal y su desenlace en el momento que concluya la jornada terrenal.
Con esta reflexión y los pensamientos que se deriven, te pido que no olvides rezar por todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos volvemos a encontrar en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 5 de Noviembre

Buenos días en este Primer Viernes de mes, dedicado como bien sabemos a la reparación de tantas injurias y ofensas que recibe el Sagrado Corazón de Jesús.
También es el mes dedicado a los Difuntos, por los que hemos de ofrecer sufragios en la mayor medida que nos sea posible, pues no hay mayor obra de caridad y de misericordia que ayudar a los hermanos que nos precedieron en el signo de la Fe, y aún peregrinan hacia el Cielo purificando sus culpas en el Purgatorio.
Cualquier oración, sacrificio, penitencia, o la Santa Misa, que se pueda ofrecer por ellos, será el mayor bien que se hará por cualquier familiar, amigo, conocido o no conocido, pues ha de tenerse en cuenta que los difuntos en el Purgatorio, no están en condiciones de poder merecer por sí mismos.
Os transcribo el Himno de Laúdes del Oficio de Difuntos, para que también os sirva de oración y reflexión.
“Salen de la ciudad en larga hilera los amigos del hombre, entristecidos, llevan al joven muerto en la litera y madre lo acompaña entre gemidos.
Lazos de muerte a todos nos alcanzan, las redes del abismo nos envuelven, pueblos enteros lentamente avanzan, y todos los que van ya nunca vuelven.
Alza tu voz, Jesús resucitado; detente, caravana de la muerte, mira al Señor Jesús, él ha pagado el precio del rescate de tu suerte.
Llora, Raquel, de gozo y alegría, tus hijos vivirán eternamente.
Danos, Señor, llegar a tu gran día, que de ansia de vivir el alma muere. Amén”.
Pero como cada día, bien sabes que las necesidades de todos los Hermanos necesitan tu oración, que las encomienden para que encuentren del Sagrado Corazón de Jesús su Gracia y Bendición. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 4 de Noviembre

Buenos días.
Si alguien preguntara que se ha de hacer para llevar una vida justa a los ojos de Dios, se le podría contestar de una forma tan sencilla como, cumpliendo su santa Voluntad.
La Voluntad de Dios se manifiesta en varios aspectos a tener en cuenta:
Llevando la vida bajo el signo de las Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Cumpliendo sus Mandamientos.
Viviendo los deberes del estado que se tenga, así como todo lo que el Señor quiera inspirar a través de la lectura y la escucha de su Palabra.
Vivir según la Voluntad de Dios es algo más sencillo que lo que se cree, porque el problema aparece cuando se tienen hábitos, costumbres, comportamientos, que resultan ser nocivos, que incluso no se quisieran tener pero que se han metido en el corazón de la persona y aunque en muchos caos la trastorna, se mantiene en ellos.
Es muy importante seguir, de la mano de nuestra Iglesia Católica, la vida según las Verdades de la Fe y de todos los demás medios que ella nos marca, nos enseña y nos ofrece.
Durante varias meditaciones fuimos considerando el Primer Mandamiento de la Ley de Dios, hoy vamos a comenzar el recuerdo y la revisión en el propio corazón del Quinto Mandamiento de la Ley de Dios, que la doctrina católica lo formula como “No matarás”.
Este Mandamiento nos manda querer bien a todos, así como perdonar a nuestros enemigos.
También exige respetar la vida corporal y espiritual, tanto la propia como la del prójimo en obra, palabra o deseo.
Enunciemos hoy simplemente los pecados que se pueden cometer contra la vida corporal y contra la vida espiritual.
Contra la vida corporal son: Homicidio, Aborto, Eutanasia, Suicidio, Heridas, Sedición, Terrorismo, Desafío o duelo, Drogas, Embriaguez.
Contra la vida espiritual son: Escándalo, Maldición, Insulto.
Como hicimos anteriormente, iremos desgranando uno a uno para ver con claridad lo que se pide al fiel cristiano en orden a este Quinto Mandamiento: “No matarás”.
Ya te pido que reces al Señor Jesús Sacramentado, para que venga en ayuda de todas las intenciones y necesidades de todos los Hermanos que nos encontramos aquí cada día, en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 3 de Noviembre

Buenos días.
Oscar Pistorius es un atleta paralímpico sudafricano que para correr utiliza prótesis transtibiales construidas en fibra de carbono.
En unas declaraciones que hizo dijo: “Todo el mundo tiene alguna discapacidad… Las peores son las del espíritu”.
Creo que son muy elocuentes estas palabras de una persona que nació con esta grave discapacidad, pues le da más importancia a las incapacidades del espíritu que a cualquiera de las otras posibles y por supuesto a la suya.
Y si se toma unos minutos para pensarlo no es difícil comprender bien lo que dice, pues cuando la persona pierde el sentido de su transcendencia como hijo de Dios que es, creatura creada a imagen y semejanza de Dios, se queda sin otro sentido de esta vida que lo que es recorrer un camino finito, que se acaba y que lo que más puede conseguir son los pocos placeres carnales que logre en esta vida y mientras su salud se lo permita.
Cuando se pierde el sentido del destino de eternidad que tenemos, y con él se abandona la conciencia del pecado, se transgreden los límites de la vida honrada y honesta, la persona queda en una discapacidad espiritual más que notable.
Sabemos que a Dios no le gusta que se ‘juegue a dos barajas’, que es lo que tantas veces hacen las personas en tantos aspectos de su vida, y lo que es peor, lo hacen con los valores sagrados de la moral y de las costumbres (cfr. Lc 16,13; Mt 6,24).
Merece reflexionar con estos pensamientos de Oscar Pistorius, al que su madre, ya fallecida, le escribió en una carta cuando tenía un año para que la leyera cuando fuera mayor: “Un perdedor no es quien llega el último sino aquél que se sienta y mira y nunca ha intentado correr”.
Apliquémoslo a lo que es la carrera personal en la jornada terrenal.
Reza hoy, día miércoles, al Patriarca San José, para que venga en ayuda de todas las necesidades de los Hermanos, que como cada día nos encontramos aquí, en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMEN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 2 de Noviembre

Buenos días en la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos.
La Santa Iglesia Católica, como madre que es, procura a todos sus miembros los medios necesarios para que puedan hacer su camino terrenal como se corresponde, y alcanzar así el destino al que todos están llamados.
Por ello, a lo largo del Año Litúrgico nos va recordando las Verdades de la Fe y todo lo que ello conlleva.
En el presente mes de noviembre nos ofrece poder reflexionar sobre el hecho más real que toda persona tiene ante sí: el tránsito de esta jornada terrenal, una vez culminada, a la eternidad, y, además, lo que hay después de experimentada la muerte de este cuerpo mortal.
No parece razonable que la persona tenga miedo a la muerte, porque tras ella está la vida en el sentido más amplio que imaginar quepa. Si es cierto que estamos ante lo desconocido, pero la FE nos muestra y enseña lo que nos espera, y cómo se ha de vivir para que todo suceda en el mejor y positivo sentido.
Ayer la Iglesia nos mostró la Asamblea de sus miembros que viven triunfantes en la Gloria de Dios, hoy nos pone en relación con la Asamblea de los que salvados ya en Cristo Jesús, permanecen aún en el tránsito de la purificación y reparación de todas las culpas que llevaron de este mundo sin purificar.
Y aquí, estamos la Asamblea de todos los creyentes que aún peregrinamos por este mundo, que vivimos en la misma y única Iglesia que ellos, pero que estamos en la ventajosa situación de:
Pedir la ayuda y la intercesión de los que ya VIVEN eternamente en el Cielo, para que nos ayuden a caminar hacia él.
Ofrecer cuantos sufragios tengamos al alcance, para que los Hermanos que viven en el Purgatorio, puedan alcanzar con prontitud el Cielo, su destino ya determinado.
Y además, hacer cada uno el camino propio de santidad, para que llegado el momento supremo de comparecer ante el juicio amoroso de Dios Padre, nos pueda encontrar aptos para incorporarnos a la Asamblea de los Santos.
Resumiendo, hoy miramos con mucho amor a todos aquellos Hermanos nuestros que purifican sus faltas en el Purgatorio, y ofrecemos cuantos sufragios podamos por ellos. Pero, además, hemos de ser conscientes que la Santa Iglesia nos ofrece todo este mes de noviembre para que se lo dediquemos a ellos, razón por la que tendremos ocasión de recordarlo a lo largo de estos 28 días que restan del mes.
Y mientras ofrecemos nuestra oración y otros sufragios por los fieles difuntos, reza ya hoy y como cada día al Señor Jesucristo Resucitado, por todas las necesidades de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en el gozo de nuestra Madre y Guía, María, la Señora de Nazaret. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
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Reflexión 1 de Noviembre

Buenos días en la Solemnidad de Todos los Santos.
Este es uno de los días más hermosos del año litúrgico, pues en él celebramos a todos los hermanos que nos precedieron en el signo de la fe y gozan ya de la plenitud de la luz y del Amor, pues comparten la Gloria de Dios en la Santísima Trinidad.
Son todos aquellos que no han sido reconocidos por la Iglesia elevándolos a los altares, pero que viven en la Gloria de Dios, aunque también los Santos Beatificados y Canonizados sean celebrados igualmente en este día todos juntos.
Pero lo más significativo para nosotros es que esa gran corte celestial nos está esperando a cada uno de nosotros que lleguemos al Cielo.
Este es un día de gran gozo en ese Artículo de la Profesión de Fe en el que decimos cada uno: “Creo en la Comunión de los Santos”.
La Iglesia peregrinante, tú y yo, nos gozamos en el triunfo de todos estos hermanos que ya viven gloriosos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y que interceden por nosotros mientras caminamos al encuentro de todos ellos.
No podemos olvidar a los otros hermanos que aún purifican en el Purgatorio, y que durante este mes la Iglesia los tendrá muy presentes para rogar por ellos y para ayudarlos, con nuestros sufragios, a que lleguen pronto a la patria celestial.
Mientras contemplamos el gozo y la alegría de todo lo que es la plenitud de la Luz y de la Paz del Cielo, no lo olvides que allí te están esperando. Por eso es necesario que escrutes tu corazón y veas lo que es necesario cambiar, porque el juicio de Dios se fijará, sin duda, en la pureza de tu corazón, en la rectitud que emana de ese corazón, pues recuerda aquellas enseñanzas del Señor Jesucristo cuando dijo: “Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12,34).
Goza de este día solemne y maravilloso. Acude a todos los que viven en la Luz pidiéndoles su intercesión para las todas las necesidades que tengas, mientras gozoso y alegre caminas al encuentro de ellos cuando Dios nuestro Padre tenga decidido que hagas el tránsito de esta vida terrenal a la eterna.
Y hoy reza a toda esta Corte Celestial pidiéndole, con Fé y Esperanza, su intercesión en favor de todas las intenciones y necesidades de los Hermanos, que hoy volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía, la Reina y Señora de cielos y tierra. Amén.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es

Reflexión 31 de Octubre

Buenos días en el Día del Señor.
Bonito día para despedir el mes de octubre quedando en el umbral del mes de noviembre, mes dedicado en la Iglesia Católica a los Fieles Difuntos.
Pero este mes de Noviembre comienza con la gran Solemnidad en honor de Todos los Santos, que mañana ya podremos comentar y reflexionar.
Hoy escuchemos al Señor Jesucristo en el evangelio de San Marcos, que la Iglesia proclama en este domingo, respondiendo a un escriba que le preguntó qué mandamiento es el primero de todos.
Le respondió Jesús: “El primero es: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos”.
Todos lo tenemos muy claro, pero no lo está tanto cuando se trata de expresar con la vida, con las actitudes y con los gestos este Amor a Dios ‘sobre todas las cosas’, que decimos cuando formulamos el primer Mandamiento; ni tampoco que “el Señor, nuestro Dios, ES  EL ÚNICO SEÑOR”.
En esta sociedad tan prepotente, porque así nos mostramos los que la formamos, es muy difícil que Dios, Señor de la Vida y de la Historia, sea así reconocido por las personas y aceptado como ‘el único Señor’.
Siempre el hombre ha tenido evidencias de que Dios está por encima de todo y en tantas ocasiones a lo largo de la Historia de la Salvación, se ha comprobado cómo cuando se rendía ante las ruinosas situaciones en las que se metía y acudía al Señor, encontraba la salud y la vida.
El hombre recibió la vida para colaborar en la obra de la creación, fue dotado de la inteligencia, de la memoria y de la voluntad para cumplir esa tarea, pero ya sabemos cómo el pecado tronchó tal misión en la armonía que conllevó la Creación de Dios.
Luego debería realizarla con ‘sufrimiento’ y con ‘dolor’, pero siempre en la dependencia de Dios, al que ha de amar “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todo el ser”, porque de lo contrario estaría sirviendo al ‘padre de la mentira’, que así se le llama por las artes mentirosas que utilizó para engañar a Eva y a Adán.
Y aquí está la encrucijada para cada una de las personas: ¿A quién amamos, a Dios o al demonio? ¿A quién obedecemos, a Dios o al demonio? ¿Para quién trabajamos, para el Reino de Dios o para el poder de las tinieblas?
Es una cuestión muy seria que no deberíamos despachar sin entrar en el fondo, porque el Señor Jesucristo es muy claro, sin olvidar que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, cuando dice: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12,30; Lc 11,23).
Pero tampoco olvides hoy de rezar al Señor Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en María,  nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es