Reflexión 8 de Marzo

Buenos días.
Nos quedaba el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios para culminar el repaso que hemos dado a los Mandamientos.
El Sexto Mandamiento de la Ley de Dios es: “No cometerás actos impuros”, por lo tanto este Mandamiento obliga a la pureza y a la castidad en palabras y en obras.
Por ello no se debe olvidar lo que dice San Pablo a los Corintios: ¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros...? (1 Cor 3,16-17).
Son pecados contra este Mandamiento: el adulterio, las relaciones prematrimoniales, la homosexualidad consumada, la masturbación, las conversaciones obscenas, así como la pornografía, que como indica el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 2354, “consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados”, como falta grave, pues “atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella, actores, comerciantes, público”.
La gravedad de estos pecados la manifiesta San Pablo en 1 Cor 6,9-10 y en Gal 5,19-21. San Pedro, también dirá: “El Señor guarda a los impíos para castigarlos el día del juicio, sobre todo a los que andan tras la carne con apetencias impuras” (2 Ped 2,9-10).
De la gran facilidad que tienen las personas para faltar contra este Mandamiento, habla duramente el Patrono de Moralistas de la Iglesia, San Alfonso María de Ligorio, que dice: “La carne es el arma más poderosa que tiene el demonio para esclavizar al hombre... Por eso, el infierno está lleno de ángeles, a causa del orgullo, y lleno de hombres, a causa de la impu­reza...”
Comentando este texto, Santa Isabel de la Trinidad manifiesta: “Invirtiendo la frase, se puede afirmar que, poseyendo la virtud de la pureza, existe el noventa y nueve por ciento de posibilidades de ir al cielo. Jesucristo no puede condenar eternamente a un alma pura que ha estado siempre vigilante sobre sí misma. Él prefirió las almas virginales. ¡Su madre es una virgen!”.
Vamos a dejarlo aquí, para completar todo lo relativo a este Mandamiento en otro momento y que sabemos que nos llama a evitar todo tipo de lujuria, uno de los siete pecados capitales, que, sin duda, lleva a una de las mayores esclavitudes que puede sufrir la persona en diferentes aspectos.
Hoy, Fiesta de San Juan de Dios, pidamos su intercesión en favor de todos los enfermos, particularmente por los que comparten este encuentro diario en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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