Reflexión 9 de Marzo

Buenos días.
Parece oportuno, quizás necesario, avanzar en el tema del Sexto Mandamiento de la Ley de Dios que planteamos ayer.
Lo verdaderamente importante que se logra cuando se evitan los pecados contra el Sexto Mandamiento, es el acceso al amor, al verdadero amor. El Papa San Juan Pablo II lo expresa bellamente a los jóvenes el 30.01.1990: “Cada vez que vosotros, los jóvenes y las jóvenes, os conserváis vírgenes para quien será vuestro cónyuge, testimoniáis el irremplazable valor de un amor que debe construirse día a día”.
Y en la homilía del 18.05.1988 dice: “Cuando no se respetan los principios de la ley natural sobre la sexualidad, se convierte a las personas en objetos, y todo el gran contenido del amor viene a reducirse a un mero intercambio egoísta”. Agrega el 27.09.1986: “El pecado de impureza es ofensa a la dignidad humana, es insulto a la vida, es falsificación del amor”.
Por ello el Papa no duda en suplicar que se tenga en gran estima el ideal de la castidad (13.5.1990); que se realicen todos los esfuerzos posibles en la educación a la castidad (14.03.1988), afirmando que “la recupe­ración de la virtud de la castidad es una de las necesidades más urgentes de la sociedad contemporánea” (16.09.1987).
Si esto lo decía en el año 1987, qué no diría hoy en una sociedad que ha evolucionado a peor, y mucho peor.
No es difícil cumplir el Sexto Manda­miento de la Ley de Dios, si se es capaz de poner en práctica los medios necesarios para enfrentarse a la impureza.
San Juan Bosco, uno de los más grandes expertos en la educación de la juventud de toda la historia, en su obra ‘El joven cristiano’ habla de estos medios, al exaltar el valor de la pureza como “La más bella de todas las virtudes”.
Dice Don Bosco: “Toda virtud en los jóvenes es un precioso adorno que los hace amables a Dios y a los hombres. Pero la virtud reina, la virtud angélica, la santa pureza, es un tesoro de tal precio, que los jóvenes que la poseen se hacen semejantes a los ángeles de Dios, aunque sean hombres mortales en la tierra. ‘Serán como los ángeles’… Esta virtud es como el centro a cuyo alrededor se reúnen y conservan todos los bienes y, si por desgracia se pierde, todas las demás virtudes están perdidas. Con ella me llegaron todos los bienes”.
“Pero esta virtud que os convierte, queridos jóvenes, en otros tantos ángeles del cielo, virtud que tanto agrada a Jesús y a María, es sumamente envidiada por el enemigo de las almas; por esto suele daros terribles asaltos, para hacérosla perder, o al menos para que la manchéis”.
Sin duda lo que a continuación les indica a los jóvenes para procurar la virtud, es igualmente válido para los adultos e incluso los que han de recuperar la pureza en sus almas y en sus cuerpos.
“Por este motivo yo os sugiero algunas normas o armas con las que conseguiréis ciertamente conservarla y rechazar al enemigo tentador. El arma principal es alejarse de los peligros. La pureza es un diamante de gran valor. Si, llevando un gran tesoro, lo exponéis a la vista de un ladrón, corréis grave riesgo de ser asesinados”.
Don Bosco continua: “Además de la fuga de los peligros, practicad la frecuencia de la confesión, sinceramente hecha, y de la comunión devota, evitando a todas aquellas personas que con obras o palabras menosprecien esta virtud. Y para prevenir los asaltos del demonio, acordaros del aviso de Jesús: Esta clase de demonios, es decir, la tentación contra la pureza, no se vence sino con el ayuno y la oración. Con el ayuno, o sea, con la mortificación de los sentidos, poniendo freno a los ojos y a la gula; huyendo del ocio desordenado; dando al cuerpo el reposo estrictamente necesario”.
“Jesucristo nos recomienda que acudamos a la oración, pero se trata de una oración hecha con fe y fervor, en la que no se ha de cesar hasta que la tentación sea vencida. Tenéis además un arma formidable en las jaculatorias, o la medalla o el escapulario de la Santísima Virgen. Pero, si todas estas armas no bastaran para dejar esta maligna tentación, entonces recurrid al arma invencible de manteneros en la presencia de Dios...”
Hasta aquí las recomendaciones de Don Bosco que las encontramos, expresadas de una u otra forma, en otros santos tan prestigiosos como San Felipe Neri o San Alfonso María de Ligorio.
Lo importante será amar la virtud de la pureza, pues ya hemos indicado otras veces las palabras del Señor: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”, para poder trabajar con ilusión por ser personas consecuentes con las promesas bautismales.
Como día miércoles que es y a diez días de su Solemnidad, reza, por favor, a San José para que interceda en favor de las necesidades de todos los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a su Santísima Esposa. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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