Reflexión 6 de Marzo

Buenos días en el Primer Domingo de Cuaresma.
Alguno recordará que el pasado año ya me referí a la oración con la que hoy reza la Iglesia: “Dios todopoderoso, por medio de las prácticas anuales del sacramento cuaresmal concédenos progresar en el conocimiento del misterio de Cristo, y conseguir sus frutos con una conducta digna. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Y lo vuelvo a hacer porque esta petición que hacemos: ‘…concédenos progresar en el conocimiento del misterio de Cristo…’, es una de las claves de la vida cristiana, conocer el misterio de Cristo, conocer a Dios engendrado en nuestra naturaleza humana para darnos VIDA, para que ya no vivamos en la antigua servidumbre del pecado y podamos compartir con Él la gloria de su Resurrección por toda la eternidad.
Hoy también, en el evangelio se cuentan las tentaciones del demonio al Señor en el desierto, que podéis leer, además de que escuchéis en la Misa el evangelio, en Lc 4,1-13; será una seria y buena meditación.
Y en el Prefacio de la Misa, que es propio del día, pedimos: “…El (Jesucristo) cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones de la antigua serpiente, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el Misterio pascual, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba”.
La Iglesia proclama que el Señor nos enseñó, nos enseña hoy ‘a sofocar la fuerza del pecado’ que ha llevado siempre al hombre a alguna ‘dependencia o cautividad’, bien sea moral, espiritual, incluso material o física, alcanzando la verdadera libertad de los hijos de Dios, de los que tenemos infinidad de testimonios en la historia de la espiritualidad, más, por supuesto, de los que nos muestra el santoral.
Vamos a seguir este camino cuaresmal con mucha ilusión, trabajando por conseguir avanzar seriamente en la propia conversión.
Hos hemos de rezar todos al Señor Resucitado por las intenciones y necesidades de los Hermanos, que aquí volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es