Reflexión 20 de Marzo

Buenos días en el III Domingo de Cuaresma.
Puede parecer que seguir los compromisos bautismales, esto es, seguir al Señor Jesucristo es duro e incluso difícil: nada más lejos.
Lo que ocurre es que las personas quieren seguir el libre albedrio sin ninguna orientación y sin ninguna sujeción, únicamente siguiendo los impulsos de las fuerzas desordenadas del corazón, como son: el egoísmo, la ambición, la vanidad, el orgullo, los placeres de todo tipo que se encuentran a lo largo del camino…
Y así no se puede llegar muy lejos, pues entrados en la espiral del mal y de las tinieblas, no se vivirá si no es al servicio del demonio.
En la Palabra de Dios que se proclama en este Domingo de Cuaresma, San Pablo hace una seria advertencia a los Corintios: “Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga” (1 Cor 10,12), pues cuando se siguen los postulados de las pasiones del corazón y de la carne se tiene la soberbia suficiente para sostenerlos, pero más pronto que tarde se caerá y con cierto estrépito, sea moral, físico, material, etc.
Y el Señor Jesús en el evangelio de San Lucas nos dirá con cierta severidad y por dos veces: “…si no os convertís, todos pereceréis lo mismo…”. El texto es: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera” (Lc 13,1-9).
Reflexionemos nuevamente hoy en esa continua llamada de la Cuaresma a la conversión. No debemos resistirnos, y aunque sea dando pasos muy cortos, la jornada cuaresmal nos da espacio suficiente para llegar al Triduo Pascual con el corazón diferente: ‘corazón de carne y no de piedra’ como lo muestran algunos cuando se quieren manifestar insensibles a las necesidades reales de los que las tienen.
Hoy reza, por favor, con más intensidad al Señor Jesucristo Resucitado, por todas las intenciones y carencias que tienen los Hermanos aquí reunidos en torno a la Madre Santísima del Señor Resucitado. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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