Reflexión 7 de Enero

Buenos días
Bueno es que retomemos la cuestión del AÑO DE SAN JOSÉ.
En la Carta Apostólica “Patris Corde”, con la que el Papa Francisco convoca este Año de San José, nos dice que “Después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”, describiendo a continuación lo más significativo de cada uno de los Papas anteriores.
Efectivamente, San José sigue a su Santísima Esposa en todas las manifestaciones de Obediencia y Entrega a los planes de Dios, más perfectas, de forma que se convierte en un MODELO de vida para todos los cristianos.
Podemos fijarnos hoy en su SILENCIO y en el CUMPLIMIENTO DEL DEBER.
Los Evangelios, que proclaman a Jesús ‘el hijo de José’, y, por tanto, manifiestan que José es el Padre del Salvador, dan cuenta de lo que es su figura en la Historia de la Salvación.
Pero en José no se encuentra ningún rasgo de VANIDAD, ni mucho menos de ENGREIMIENTO, al contrario, él solamente va cumpliendo en SILENCIO lo que el Señor le muestra y le pide, sin solicitar explicaciones, sin mostrar ninguna resistencia, sin buscar la rectificación por parte de Dios, porque aquello se haga costoso o difícil.
Este SILENCIO le ayuda sobremanera a CUMPLIR sus deberes de Esposo y de Padre con toda rectitud y prontitud.
Con sumo cuidado y en silencio considera el estado de gestación en el que encuentra a María antes de vivir juntos; en silencio decide ‘repudiarla en secreto’; en esta actitud acepta las explicaciones del Ángel para que no solo acepte a su Esposa, sino lo que ha de hacer con aquel Niño que va a nacer; todo lo procura conforme las posibilidades que tiene y las que va encontrando en el camino, llegando así hasta Belén donde nacerá el Niño y todo lo que sigue allí en el Pesebre, la adoración de los Pastores, de los Magos…, la Presentación en el Templo, la Huida a Egipto…, y por fin, Nazaret hasta su muerte.
En todo momento y circunstancia, siempre lo encontraremos en SILENCIO.
Un SILENCIO INTERIOR que es reverencial ante Dios, que es prudencia ante los hombres, que es solicitud ante su familia, que es, en fin, fidelidad a los designios de Dios para su historia personal.
Necesitamos acrecentar el AMOR A SAN JOSÉ, para poder tomarle como nuestro verdadero CUSTODIO  y PROTECTOR.
Vamos a CONOCER más y mejor a SAN JOSÉ en este Año dedicado a él para aprovechar su Patrocinio, y, de su mano como fue Jesús en su infancia y adolescencia, podamos avanzar por el camino de la santidad personal.
Estos días que lo tomemos para nuestra meditación diaria, te pediré, como hoy, que reces a SAN JOSÉ por todas las necesidades de los Hermanos, sean del tipo que sean, que nos encontramos aquí en torno a su Santísima Esposa, María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es