Reflexión 26 de Enero

Buenos días.
En la vida de las personas hay momentos que pesan mucho sobre su estado de ánimo, que las hace vivir con sufrimiento e incluso las lleva a estados de tristeza y melancolía.
Me refiero a la SOLEDAD, que en algunos momentos es muy apreciada por la necesidad que se puede tener de aislarse de la vorágine del día a día.
Son estas cosas en las que la persona se encuentra ante ellas, bien y mal, mal y bien, pues depende de muy diferentes factores, partiendo del de la propia personalidad.
En todo caso habría que considerar varios aspectos.
La SOLEDAD ha de ser un bien siempre, nunca un mal.
Por ello hay que saber aceptarla cuando la vida o las circunstancias la imponen.
Igualmente, hay que procurarla para poder tener el ENCUENTRO íntimo y personal con Dios, que siempre el hombre necesita, así como el ENCUENTRO consigo mismo, que también le es muy necesario, pues el ruido, la distracción, las prisas y todo lo que envuelve este mundo, no solo no ayudan a este ENCUENTRO, sino que lo pueden llegar a malograr o impedir totalmente, con unas consecuencias que no suelen ser nada beneficiosas.
Y cuando la SOLEDAD pesa de verdad por cualquiera de las circunstancias propias de esta vida terrenal, como es la enfermedad, la pérdida de seres queridos, rupturas en familias, en amistades, etc., será necesario mirar al Señor Jesús en los momentos más graves de su existencia, como fueron el Huerto de los Olivos o cualquiera de los episodios de la Pasión, sin olvidar el momento más solemne cuando fue elevado en la CRUZ y pronunció aquellas SIETE PALABRAS, tan cargadas de LUZ, AMOR y ESPERANZA, para meditarlas e identificarse con Él.
Cuán importante sería que aprendiéramos las bondades de la SOLEDAD, que la sepamos aprovechar cuando se haga sentir, que la busquemos y la procuremos cuando la necesitemos para ‘EL ENCUENTRO’, pero que nunca la aceptemos como ‘la cara fea y pesimista’ de la propia vida, que en alguna ocasión nos ha podido arrastrar a la tentación de la desesperanza.
Con la oración se puede acompañar a las demás personas en sus tribulaciones, en sus soledades, por eso te pido que reces ya a Santa María de la Esperanza, para que venga en ayuda de todos los Hermanos, encontrando para sus necesidades las mejores soluciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es