Reflexión 16 de Enero

Dios, Padre nuestro: ¡Hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo!
Buenos días.
La figura del Señor Jesucristo siempre resulta fascinante, pues sus gestos, sus actos, sus palabras…, son extraordinariamente luminosas.
Todos los discípulos de Cristo están de acuerdo que Él es la cabeza de la Iglesia y en consecuencia se le ha de seguir sin resistencia alguna, pero habría que advertir que no pocas veces los cristianos no le muestran como el que es, pues se llega a adolecer de algo que no parece sano en la espiritualidad, lo que se puede denominar el “buenismo”.
El mensaje evangélico, las palabras y gestos de Jesús, son claros, concretos y definitivos.
Cierto que en su predicación ha de utilizar con frecuencia las parábolas para que sean más asequibles y comprensibles sus enseñanzas, pero siempre llevarán el mensaje concreto y hasta tajante en no poco momentos; en este orden habría infinidad de ejemplos que citar, en el Sermón del Monte los hay con abundancia.
El “buenismo” con el que se quiere llegar a las personas, allanar el camino o simplemente mostrar las cosas fáciles, es en la mayoría de las veces tan excesivo que termina siendo una trampa, para el que lo practica y para el destinatario, porque ‘BUENO’ solo es Dios, y las personas que en tanto imagen y semejanza de Dios, pueden hacer el ‘bien’ siguiendo los ejemplos del Maestro, pero nunca podrán llegar a ser más ‘buenos que Dios’, que es lo que no pocas veces parece.
Conviene reflexionar con alguna frecuencia la relación que como creyente mantengo con Jesucristo; diría más, sería interesante dejarse cuestionar por Él mismo.
Cuántas veces se escuchan predicaciones o se leen textos de orden religioso dentro del ámbito cristiano, y después de escuchar o leer surge una pregunta: ¿Dónde está, dónde queda Jesucristo?
Porque Él es el Señor, Él es el Maestro, Él es el único que conduce al Padre, Él es el que pidió al Padre que nos diera el Espíritu Santo, Él es el que nos llamó a seguirle, a ser sus discípulos, a trabajar en su viña que es la Iglesia, para extender el Reino de Dios, para darle a conocer a todos los hombres y enseñarles a que se relacionen con Él.
Vienen a la memoria infinidad de citas evangélicas, pero daré solo una: “Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles” (Mc 8,38) y también: Lc 9,26; Mt 10,32-33; Lc 12,8-9.
Con sencillez reza, hoy sábado, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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