Reflexión 18 de Enero

Buenos días:
Don Jacinto Benavente, dramaturgo español, escribió: “Se vive sin pensar porque solo se piensa en vivir”, una frase que, además de tener mucho sentido, bien la podemos encajar en nuestro tiempo.
Parece que es perfectamente loable y justo que las personas aspiren a vivir bien, para lo que es necesario trabajar para lograrlo. Ello exige desarrollar el pensamiento para ver cómo lograrlo y afanarse en lo que se ha concluido.
El trabajo que exige esta proyección de lo inmediato para conseguir vivir, sacrifica como es lógico, que se viva ‘sin pensar’ en lo que corresponde a la trascendencia de la propia vida, pues ésta va más allá de lo que resulta la inmediatez de las cosas y de lo que se ha logrado o no materialmente, en los diferentes periodos de la vida humana.
Hay un dicho popular que dice que ‘el árbol tapa el bosque’, que es lo que sucede en la mayoría de las situaciones a las que se va enfrentando la persona, que le hace perder la panorámica real, empobreciendo su realidad personal.
Todo esto es un gran problema en nuestro mundo contemporáneo, pues no es difícil comprobar cómo en la preocupación de las personas no está ‘el bosque’, sencillamente porque viven tan pegados ‘al árbol’ que ni ven, ni piensan, mejor dicho, no ven porque no piensan.
El drama que estamos viviendo de la pandemia y sus consecuencias colaterales lo está demostrando; por poco que se pare uno a pensar sin ‘árbol’ por delante, se dará cuenta que seguimos ‘caminos inmediatos’, olvidando por completo lo que es el hombre más allá de esta vida terrenal, con pandemia y sin ella.
Lo que da como resultado que todas las expectativas que se tienen y que se van poniendo en marcha, terminan siendo fallidas, porque ‘el árbol está tapando el bosque’, o lo que es lo mismo, todo está en ‘pensar vivir’, sin pensar en el único que es el Dueño de la Vida y de la Historia.
Sin Dios no habrá solución, pero como según Don Jacinto Benavente, “se vive sin pensar porque solo se piensa en vivir”, pues he ahí el resultado.
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Pero como cada día, sí te pido que reces a María, nuestra Madre y nuestra Guía, para que consiga cuantas gracias necesiten, para su mejor solución, las necesidades de todos los Hermanos que nos encontramos aquí en torno a Ella.
AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es