Reflexión 8 de Julio

Buenos días
Hay algo que no se suele cuidar mucho en el desenvolvimiento de la convivencia.
Y hay un dicho popular que dice que “donde hay confianza da asco”, que se podría traducir en que cuando se tiene un exceso de afinidad o confianza, como que se baja la ‘guardia’ y se puede decir o hacer lo que a la persona le apetezca o le parezca bien en el momento.
En la convivencia hay aspectos que son muy delicados y hasta vulnerables, que se deben cuidar mucho para no herirla o hacerla que se resienta.
Cuando hay confianza, en la familia, entre amigos, en el trabajo, las personas suelen expresarse con una libertad y espontaneidad propia de la familiaridad que hay, pero no se dan cuenta o no tienen en cuenta, al receptor de las palabras que se dicen o de los gestos que se hacen.
Tampoco de su sensibilidad, que además de la que cada persona tiene, hay momentos diferentes en los que el ánimo u otro aspecto de su estado, está para más o menos bromas; admite las cosas con un ánimo más abierto o lo contrario.
Esto quiere decir que hay que ser una persona más pendiente del otro que de sí mismo, y tener claro que muchos de los disgustos y problemas en la convivencia vienen de la mano, la mayoría de las veces, de palabras innecesarias, no convenientes al menos en aquel momento, o también, por los malos entendidos.
Y aquí sí que hay que tener muchísimo cuidado, porque el padre de la mentira, el que sólo trabaja para romper la unidad, el demonio, trabaja con muchísima astucia y sabe aprovechar esos momentos en los que los interlocutores se digan y se respondan sin realmente reparar en lo que se está diciendo. Creen que está hablando o discutiendo sobre un tema en concreto, pero, ¡qué va!, terminan diciendo y reprochando uno al otro, cosas completamente diferentes, y cuando pasa el acaloramiento, si es que no se ha producido la ruptura, aunque sea temporal, caerán en la cuenta diciendo cosa parecida a: “¡pero si eso no era lo que yo decía!”.
Se deben cuidar mucho las palabras, los gestos, los comportamientos en la convivencia, lo cual no se logra cuando en lugar de generosidad se vive en el propio egoísmo, cuando uno tiene derecho a todo de la otra persona y no repara que también tiene obligaciones hacia ella.
En definitiva, como en otros temas se necesita salir de sí mismo para estar muy atento a las necesidades de los demás, y mientras estas necesidades no pidan algo que esté fuera de lo que el Señor Jesús nos ha enseñado, del Evangelio y de la Ley de Dios, habrá que cumplir el consejo evangélico: “No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor;  y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos” (Mc 10,43-44).
Trabajemos, Hermanos, todo cuanto esté a nuestro alcance para curarnos de todo egoísmo, cuidando al máximo la convivencia, ayudando y haciendo al otro la vida lo más agradable posible, viviendo en la Verdad, que es Cristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” (Jn 14, 6).
Ya Hermanos os sigo pidiendo que elevéis vuestra plegaria al Señor de la Vida, para que derrame su Gracia en favor de las necesidades de cada uno de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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