Reflexión 29 de Julio

Buenos días.
Dice un refrán que “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”; lenguaje este duro y sin apariencia de caridad cristiana, pues el ‘desprecio’ siempre será una actitud excluyente hacia el despreciado.
Pero hay otra actitud y comportamiento que no es menos negativa y que también se suele dar en la convivencia, es la INDIFERENCIA.
La INDIFERENCIA es muy nociva, porque la persona que la ejerce hacia otros no se violenta ni necesita mostrarse agresivo, simplemente IGNORA.
El escritor Juan Montalvo decía que: “No hay nada más duro que la SUAVIDAD de la indiferencia”; lógicamente para quien sufre los efectos de esta indiferencia.
Sí parece que esta cuestión sí sea muy importante para tenerla en cuenta, y ver si en algún momento o con alguna persona uno mismo ha sido o es capaz de mantener esta actitud frente al otro, con lo que estaría pecando gravemente contra la caridad, porque nadie puede negar a la otra persona su dignidad de creatura de Dios, lo que nunca puede justificar el ‘maltratar’ a la persona de que se trate.
Uno puede tener trato o no con otra persona, puede admitir o negar su trato o amistad, si es que no hay vínculos que lo obliguen en cuyo caso no hay justificación alguna, pero nunca habrá lugar ni al DESPRECIO ni a la INDIFERENCIA.
Si hay vínculos que obliguen se procurará un trato lo más correcto posible dentro de lo necesario, pero si no existen estos vínculos, es más honesto advertir a la persona que no se desea tener un trato más o menos normal, que no utilizar esos métodos carentes hasta de la más elemental educación, y no digamos de la caridad cristiana.
Reflexiona, piensa tus comportamientos en todos los ámbitos de tu vida para descubrir si has ejercido con otros estos tratos de INDIFERENCIA o DESPRECIO, y rectifica, incluso, pide perdón si fuera necesario, porque con esas actitudes el corazón no puede estar LIMPIO; recuerda las palabras del Señor Jesucristo: “Bienaventurados los LIMPIOS DE CORAZÓN, porque ellos VERÁN a Dios (Mt 5,8).
Con la altanería que imprime en la persona estos espíritus de indiferencia o desprecio hacia los demás, no se puede orar a Dios con la actitud necesaria para ser escuchado, por eso te ruego una actitud humilde para que pidas como cada día, todas las Gracias necesarias que resuelvan las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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