Reflexión 31 de Octubre

Buenos días en el Día del Señor.
Bonito día para despedir el mes de octubre quedando en el umbral del mes de noviembre, mes dedicado en la Iglesia Católica a los Fieles Difuntos.
Pero este mes de Noviembre comienza con la gran Solemnidad en honor de Todos los Santos, que mañana ya podremos comentar y reflexionar.
Hoy escuchemos al Señor Jesucristo en el evangelio de San Marcos, que la Iglesia proclama en este domingo, respondiendo a un escriba que le preguntó qué mandamiento es el primero de todos.
Le respondió Jesús: “El primero es: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos”.
Todos lo tenemos muy claro, pero no lo está tanto cuando se trata de expresar con la vida, con las actitudes y con los gestos este Amor a Dios ‘sobre todas las cosas’, que decimos cuando formulamos el primer Mandamiento; ni tampoco que “el Señor, nuestro Dios, ES  EL ÚNICO SEÑOR”.
En esta sociedad tan prepotente, porque así nos mostramos los que la formamos, es muy difícil que Dios, Señor de la Vida y de la Historia, sea así reconocido por las personas y aceptado como ‘el único Señor’.
Siempre el hombre ha tenido evidencias de que Dios está por encima de todo y en tantas ocasiones a lo largo de la Historia de la Salvación, se ha comprobado cómo cuando se rendía ante las ruinosas situaciones en las que se metía y acudía al Señor, encontraba la salud y la vida.
El hombre recibió la vida para colaborar en la obra de la creación, fue dotado de la inteligencia, de la memoria y de la voluntad para cumplir esa tarea, pero ya sabemos cómo el pecado tronchó tal misión en la armonía que conllevó la Creación de Dios.
Luego debería realizarla con ‘sufrimiento’ y con ‘dolor’, pero siempre en la dependencia de Dios, al que ha de amar “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todo el ser”, porque de lo contrario estaría sirviendo al ‘padre de la mentira’, que así se le llama por las artes mentirosas que utilizó para engañar a Eva y a Adán.
Y aquí está la encrucijada para cada una de las personas: ¿A quién amamos, a Dios o al demonio? ¿A quién obedecemos, a Dios o al demonio? ¿Para quién trabajamos, para el Reino de Dios o para el poder de las tinieblas?
Es una cuestión muy seria que no deberíamos despachar sin entrar en el fondo, porque el Señor Jesucristo es muy claro, sin olvidar que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, cuando dice: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12,30; Lc 11,23).
Pero tampoco olvides hoy de rezar al Señor Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en María,  nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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