Reflexión 6 de Noviembre

Buenos días.
Sábado, día dedicado a la Santísima Virgen María, vamos a considerar una de las invocaciones de las Letanías Lauretanas: “Madre de la Esperanza, ruega por nosotros”.
Cierto es que nos encontramos en unos tiempos convulsos, con gran presión en los aspectos más variados de la vida personal y social, que requieren gran dosis de serenidad para poder ver y actuar acertadamente.
Cierto es que desde que comenzó la pandemia, en la que se vio envuelto el mundo entero, no han dejado de ocurrir fenómenos de diferente tipo y orden que han hecho sufrir allá donde han ocurrido, como en el momento presente tenemos el volcán de la isla de La Palma, u otras situaciones que van afectando a mayor parte de la población mundial de una forma indiscriminada; ahí está también la crisis del transporte que va afectando al abastecimiento en muchos lugares, así como otras cuestiones que van surgiendo y extendiéndose paulatinamente, como la crisis de la energía por ejemplo, que ni tan siquiera se sabe en qué parará.
María, Madre de la Esperanza, quiere sostenernos en la jornada de esta vida que se torna difícil en los tiempos presentes, para que podamos ‘volver a Dios’, que resulta ser el mayor problema que tiene nuestra humanidad, aunque no quiera verlo ni entenderlo.
El hombre se ha ido alejando de Dios, caminando en sentido contrario y olvidando su destino de eternidad, que por más que le dé la espalda, ahí está. Otra cosa será el lugar donde se tenga que vivir esa eternidad, que es de lo que se han desentendido las personas y en lo que más trabaja el demonio para llevárselas a su reino de tinieblas, de frio y de carencia absoluta de todo amor.
¡Qué pena que las personas no quieran pensar tranquilamente en estas verdades de la Fe: Vida o Muerte; Cielo o Infierno; Amor u Odio…!
María, nuestra Madre y nuestra Guía, nos fortalece con la Esperanza en las penosas incertidumbres que van apareciendo y que nos arrastran, casi sin darnos cuenta, pero no precisamente a hacer un stop personal para darse cuenta de algo tan simple como que lejos de Dios, fuera de la sintonía con Él, será muy difícil, por no decir penosa, la subsistencia personal y su desenlace en el momento que concluya la jornada terrenal.
Con esta reflexión y los pensamientos que se deriven, te pido que no olvides rezar por todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos volvemos a encontrar en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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