Reflexión 2 de Noviembre

Buenos días en la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos.
La Santa Iglesia Católica, como madre que es, procura a todos sus miembros los medios necesarios para que puedan hacer su camino terrenal como se corresponde, y alcanzar así el destino al que todos están llamados.
Por ello, a lo largo del Año Litúrgico nos va recordando las Verdades de la Fe y todo lo que ello conlleva.
En el presente mes de noviembre nos ofrece poder reflexionar sobre el hecho más real que toda persona tiene ante sí: el tránsito de esta jornada terrenal, una vez culminada, a la eternidad, y, además, lo que hay después de experimentada la muerte de este cuerpo mortal.
No parece razonable que la persona tenga miedo a la muerte, porque tras ella está la vida en el sentido más amplio que imaginar quepa. Si es cierto que estamos ante lo desconocido, pero la FE nos muestra y enseña lo que nos espera, y cómo se ha de vivir para que todo suceda en el mejor y positivo sentido.
Ayer la Iglesia nos mostró la Asamblea de sus miembros que viven triunfantes en la Gloria de Dios, hoy nos pone en relación con la Asamblea de los que salvados ya en Cristo Jesús, permanecen aún en el tránsito de la purificación y reparación de todas las culpas que llevaron de este mundo sin purificar.
Y aquí, estamos la Asamblea de todos los creyentes que aún peregrinamos por este mundo, que vivimos en la misma y única Iglesia que ellos, pero que estamos en la ventajosa situación de:
Pedir la ayuda y la intercesión de los que ya VIVEN eternamente en el Cielo, para que nos ayuden a caminar hacia él.
Ofrecer cuantos sufragios tengamos al alcance, para que los Hermanos que viven en el Purgatorio, puedan alcanzar con prontitud el Cielo, su destino ya determinado.
Y además, hacer cada uno el camino propio de santidad, para que llegado el momento supremo de comparecer ante el juicio amoroso de Dios Padre, nos pueda encontrar aptos para incorporarnos a la Asamblea de los Santos.
Resumiendo, hoy miramos con mucho amor a todos aquellos Hermanos nuestros que purifican sus faltas en el Purgatorio, y ofrecemos cuantos sufragios podamos por ellos. Pero, además, hemos de ser conscientes que la Santa Iglesia nos ofrece todo este mes de noviembre para que se lo dediquemos a ellos, razón por la que tendremos ocasión de recordarlo a lo largo de estos 28 días que restan del mes.
Y mientras ofrecemos nuestra oración y otros sufragios por los fieles difuntos, reza ya hoy y como cada día al Señor Jesucristo Resucitado, por todas las necesidades de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en el gozo de nuestra Madre y Guía, María, la Señora de Nazaret. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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