Reflexión 28 de Noviembre

Buenos días en el Primer Domingo de Adviento.
Primer día del Año Litúrgico dentro del Tiempo de Adviento, con el que la Iglesia nos pone ante las dos venidas del Señor Jesús.
Concluyendo el Adviento, estaremos ante la Primera Venida del Señor en su Natividad, y a partir de hoy, la Santa Iglesia nos presenta la Segunda Venida del Señor en Poder y Gloria: La Parusía.
Para la Comunidad Cristiana le es más fácil fijarse en la Primera Venida que en la Segunda Venida, sin duda porque se la siente más cercana, tanto en los sentimientos y en los afectos, pero si ciertamente fue muy importante para toda la humanidad, pues de ella se derivó la Redención del género humano, la Segunda Venida es ante la que ahora cada creyente, cada persona ha de responder.
En la Profesión de Fe se proclama: “… Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos…”, lo que significa que el fiel cristiano lo cree, lo profesa y, en consecuencia, lo espera.
En el Nuevo Testamento hay bastantes pasajes en los que se nos alecciona a estar preparados para cuando llegue el momento, “pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche” (1 Tes 5,2). Y en el Apocalipsis advertirá: “Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Ap 3,3).
Aquí tenéis lo esencial de lo que es y representa la Parusía, que exige una decisión y una actitud; la primera, para optar con verdad a vivir en la ‘espera’, y la segunda, para mantener ‘las lámparas encendidas’, esto es, vivir ‘vestido con el traje de bodas’, en nuestro lenguaje más inmediato: vivir en la Gracia de Dios, en auténtico camino de conversión, que pase lo que pase y llegue como y cuando llegue, podamos participar eternamente de la Gloria de Dios, al escuchar las palabras del Señor Jesucristo: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo…” (Mt 25,34).
Es un Tiempo penitencial en tanto que para hacer el camino de conversión que cada persona necesite, ha de comenzar por lo que para cualquiera es una gran prueba que presenta el Señor Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mc 8,34), pero de igual forma, es un tiempo en el que la Esperanza es la gran Luz que nos sostiene y acompaña, para ir haciendo el camino maravilloso que llevará al encuentro definitivo con la Gloria del Señor, esto es, vivir eternamente en la presencia y plenitud de la Santísima Trinidad.
No sabemos ‘ni el día ni la hora’, pero sí lo tenemos cierto que el Señor viene y hemos de estar en vigilia y preparados, pues también hay ya algunos signos de los que anuncia la Sagrada Escritura.
Con alegría gozosa avancemos por este Adviento, trabajando por conseguir un corazón limpio, ante el que Señor cuando llegue nos acogerá y nos pondrá a su derecha.
Ya es el momento de rezar hoy al Señor Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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