Reflexión 1 de Noviembre

Buenos días en la Solemnidad de Todos los Santos.
Este es uno de los días más hermosos del año litúrgico, pues en él celebramos a todos los hermanos que nos precedieron en el signo de la fe y gozan ya de la plenitud de la luz y del Amor, pues comparten la Gloria de Dios en la Santísima Trinidad.
Son todos aquellos que no han sido reconocidos por la Iglesia elevándolos a los altares, pero que viven en la Gloria de Dios, aunque también los Santos Beatificados y Canonizados sean celebrados igualmente en este día todos juntos.
Pero lo más significativo para nosotros es que esa gran corte celestial nos está esperando a cada uno de nosotros que lleguemos al Cielo.
Este es un día de gran gozo en ese Artículo de la Profesión de Fe en el que decimos cada uno: “Creo en la Comunión de los Santos”.
La Iglesia peregrinante, tú y yo, nos gozamos en el triunfo de todos estos hermanos que ya viven gloriosos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y que interceden por nosotros mientras caminamos al encuentro de todos ellos.
No podemos olvidar a los otros hermanos que aún purifican en el Purgatorio, y que durante este mes la Iglesia los tendrá muy presentes para rogar por ellos y para ayudarlos, con nuestros sufragios, a que lleguen pronto a la patria celestial.
Mientras contemplamos el gozo y la alegría de todo lo que es la plenitud de la Luz y de la Paz del Cielo, no lo olvides que allí te están esperando. Por eso es necesario que escrutes tu corazón y veas lo que es necesario cambiar, porque el juicio de Dios se fijará, sin duda, en la pureza de tu corazón, en la rectitud que emana de ese corazón, pues recuerda aquellas enseñanzas del Señor Jesucristo cuando dijo: “Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12,34).
Goza de este día solemne y maravilloso. Acude a todos los que viven en la Luz pidiéndoles su intercesión para las todas las necesidades que tengas, mientras gozoso y alegre caminas al encuentro de ellos cuando Dios nuestro Padre tenga decidido que hagas el tránsito de esta vida terrenal a la eterna.
Y hoy reza a toda esta Corte Celestial pidiéndole, con Fé y Esperanza, su intercesión en favor de todas las intenciones y necesidades de los Hermanos, que hoy volvemos a encontrarnos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía, la Reina y Señora de cielos y tierra. Amén.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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