Reflexión 25 de Noviembre

Buenos días.
En el quinto mandamiento de la Ley de Dios, hay un pecado contra la vida corporal que es el suicidio, la muerte que uno se da a sí mismo.
Sabemos bien que Dios es el único Señor de la Historia, y en consecuencia también el único Señor de la vida y de la muerte, por ello es reprobable el acto de suicidarse.
En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos varios puntos que tratan esta cuestión.
En el punto 2280 dice: “Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. El sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella”.
Seguidamente agrega: “El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio, por tanto, es contrario al amor del Dios vivo”.
Ahora bien, “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida”, por lo que concluye el Catecismo en su punto 2283 que: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que El solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”.
Según esta doctrina de la Santa Iglesia Católica, hemos de ser muy cuidadosos en el juicio de personas que sufren esta grave enfermedad, podríamos llamarla así, del suicidio.
El juicio eterno es de Dios, que es Padre, misericordioso y que conoce la verdadera realidad del corazón de cada persona en la más justa realidad y medida.
Y es en este juicio amoroso de Dios en el que siempre debemos confiar, sabiendo, por otra parte, que es además Padre justo que sabe valorar toda la realidad que envuelve a cada persona en cada momento de su vida.
Vivimos tiempos tan complicados como crueles, pues sabemos por las estadísticas que en este tiempo de pandemia han aumentado los suicidios, por las situaciones extremas en las que se han encontrado muchas personas que no han sabido o podido encontrar otro comino, otra salida que el suicidio.
Y esta realidad ha de suscitar en nuestros corazones sentimientos de piedad y de misericordia, rezando con intensidad por todas aquellas personas desesperanzas, que se ven abocadas a que la desesperación en grado extremo y no encuentran más salida que el suicidio. Oremos con Fe y Esperanza para que de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, vuelvan a encontrar la Esperanza que les devuelva a la alegría y a la ilusión primera
Y ya, también, ahora te pido que reces como cada día al Señor Jesucristo, para que en su Divino Corazón atienda tus súplicas en favor de las necesidades de los Hermanos que aquí estamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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