Reflexión 30 de Julio

Buenos días
¡Qué nocivo es murmurar!
Y cómo se hace con cierta facilidad y ligereza, tanta, que en algunas personas es algo consustancial con su hablar, con su lenguaje.
El diccionario de la RAE lo define como: “conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones”; definición que ya dice por sí misma el alcance negativo que puede llegar a tener.
Es muy conveniente tener en cuenta estos ‘puntos negros’ que puede haber en las propias actitudes y comportamientos, pues se hace necesario aportar a la convivencia lo mejor de sí mismo, lo que ha de conseguirse por la perfección que se vaya logrando en el pensar, en el sentir, y en el hablar, para lograr la Unidad necesaria.
Con la murmuración no solo se le hace daño a la persona ausente de la que se murmura, sino también el daño se produce en los dos interlocutores: el que murmura y el que acepta la murmuración; de aquí que sea muy nocivo.
También conviene tener en cuenta que en el acto de murmuración se pueden producir daños, que posteriormente serán muy difíciles de reparar, y algunas veces hasta imposibles de revertir.
En el refranero popular hay un dicho muy elocuente, que bien podemos tener en cuenta hoy para lo que estamos planteando.
Dice: “Tal me dijiste, tal corazón me pusiste”. Poca explicación necesita y mucha reflexión ofrece, para comprobar cuántas veces te pusieron el corazón de aquella manera, y cuántas tú se lo pusiste a otras personas.
En esto también necesitaremos hacer camino de conversión.
Reza ya con Fe y Esperanza al Sagrado Corazón de Jesús, por las intenciones y necesidades de todos los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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