Reflexión 11 de Julio

Buenos días en el Día del Señor.
En este Domingo XV del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos ofrece unas lecturas muy interesantes.
La primera lectura es del Libro de la Profecía de Amós, que relata el episodio en el que el sacerdote de Betel le dice a Amos, que resultaba muy incómodo por su profecías, que se vaya de Betel porque es el santuario del Rey, pero dice el texto que “Amós respondió a Amasías: Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel".
Algo así tan sencillo es obedecer al Señor nuestro Dios, sin que haya ningún obstáculo, ni humano ni material, que lo pueda impedir, porque por encima de Dios no hay nada para el hombre: eh ahí el Primer Mandamiento de la Ley de Dios.
Además de que el Señor sabe bien lo que a uno le conviene y lo que mejor puede hacer para bien propio y de los demás.
La obediencia ha de ser una de las principales virtudes y actitudes en la vida de la persona, pues de ella dependen varias cosas para quien la pone en práctica, dejando claro que nunca se puede obedecer nada que vaya en contra de la moral, de las buenas costumbres, en definitiva de la Ley de Dios.
Obedeciendo la persona conseguirá encarar las cosas con serenidad y con perfecto conocimiento de lo que está haciendo.
Encontrará siempre paz, porque con ello logrará armonía y buena convivencia.
Se dará mejor cuenta de lo que es bueno y de lo que no lo es.
En definitiva, estará ‘construyendo el Reino’ que es la tarea común que todos los bautizados tenemos como obligación prioritaria.
En tu vida, en tus actos, ¿qué grado de obediencia tienes?
Y cuando no obedeces, ¿lo conceptúas como una falta o pecado?
Porque razones para no obedecer puede haber muchas: egoísmo, orgullo, soberbia, vanidad…
Ahí te dejo con el profeta Amós y tu obediencia. No dejes pasar esta oportunidad de ver tu realidad y rectificar los caminos erróneos, si en alguno de ellos estás, porque obedecer es muy bonito también.
Reza hoy, aunque sea brevemente, para que el Señor Resucitado venga en ayuda de todas las necesidades de los Hermanos, que volvemos hoy a encontrarnos aquí de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es