Reflexión 15 de Julio

Buenos días.
Celebra hoy la Iglesia la Fiesta de San Buenaventura (1221-1274), un gran santo en la Historia de la Iglesia del que mucho se puede aprender.
Profeso de la Orden de San Francisco, estudió en la Universidad de París, para seguidamente enseñar teología y sagrada escritura en la misma Universidad.
Fue elegido Superior General en unos momentos difíciles de la Orden Franciscana; por la calidad y duración de su gobierno se le llamó el segundo San Francisco.
San Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. 
En su muy voluminosa bibliografía, escribió: “La ayuda divina acompaña a quienes la piden de corazón, humilde y devotamente”, algo muy sencillo de comprender pero no pocas veces difícil de experimentar, pues para que la persona pueda alcanzar la ‘ayuda divina’ debe tener un corazón apto para ser escuchado por Dios.
Se dirá que Dios escucha siempre, lo cual podemos aceptarlo como verdad, pero el problema no está en Dios sino en la persona y en su corazón limpio y humilde, y no, por el contrario, si se muestra engreído, arrogante, hipócrita o con cualquier otra impureza.
No vale buscar la ‘ayuda divina’ únicamente cuando hay una situación límite, pues la necesidad de vivir en Dios y con Dios es esencial en la cotidianidad de la vida del cristiano.
Las circunstancias presentes no ayudan a tener un corazón limpio como expresa el Señor Jesús en la 8ª Bienaventuranza: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,8), al contrario empuja a vivir dejando de lado, cuando menos, si no es dando la espalda a todo espíritu religioso y espiritual según la Ley de Dios.
Abramos los ojos y hagamos sencillos razonamientos acerca de las respuestas que vemos a todo el desorden y degradación moral que hay en nuestro entorno, comenzando por las aberrantes leyes que,  una tras otra, se van promulgando.
Solo parece haber dos preocupaciones: la vacuna como ‘solución’ para la pandemia y el ‘salir corriendo’ para que no se pierda ninguna oportunidad de divertimento. ¿Y Dios…, Señor de la vida y de la historia?
Reflexionemos seriamente porque el tiempo apremia y hay que atender al Señor Jesucristo para que anunciemos: El Reino de Dios está cerca (Mc 1,15).
Reza con insistencia al Padre de las Misericordias por todas las necesidades de los Hermanos que nos encontramos aquí, en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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