Reflexión 27 de Julio

Buenos días.
De forma asidua hemos de buscar en la Sagrada Escritura LUZ para la propia conciencia, que no solo la enriquecerá sino que la dará sabiduría y fortaleza para cumplir su misión de ayudar a la persona.
El Apóstol San Pablo dirá a los Romanos, y en ellos a ti y a mí: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien” (Rom 12,21).
Es un buen consejo, por no decir un buen precepto, que bien deberíamos tenerlo en cuenta, pues en el ‘combate espiritual’ que cada persona ha de librar, es básico tenerlo en cuenta.
Ya hemos tratado en ocasiones anteriores el tema del ‘misterio del mal’, y bien sabemos que es el principio de todas las desgracias que puede sufrir la persona, tanto a nivel individual o a nivel comunitario.
Cuando la persona toma conciencia de que el mal busca constantemente la forma de envolverla, para someterla a la tiranía que supone hacer daño a los otros, también el sufrirlo en carne propia, entonces es cuando realmente luchará para no dejarse vencer.
Dios puso en el corazón de la persona, o en su alma, como se quiera leer, el amor, la bondad, la comprensión…, todo lo que le inclina a ser buena como lo es Él, pues no en vano es semejanza suya, pero el pecado original le inclina al mal, que no es difícil que lo acepte a través de las pasiones del corazón y de la carne, que el demonio hostiga para que por ellas encuentre los “encantos” del mal.
La persona ha de ser muy seria consigo misma para plantearse el mal y el bien que hay en ella, y poder así darse cuenta qué es lo prevalece en sí misma, y si fuera preciso, porque el mal fuera muy fuerte, intenso y decidido en sus pensamientos, en sus deseos y sus obras, tendrá que trabajar muy seriamente en seguir la enseñanza de San Pablo de ‘vencer el mal con el bien’.
Las personas tendemos en no pocos casos a ser muy frívolas, de forma que en situaciones muy serias de la vida no se les dan la importancia que tienen, y así se puede llegar a hacer cosas mal o muy mal, de forma irresponsable con resultados ciertamente dañinos.
Por ello es irrenunciable a hacer el bien, que es lo mismo que ser buenas personas, porque hemos de vivir e imitar al Señor Jesús, que según leemos en los Hechos de los Apóstoles 10,38: “Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Y ya este día ‘haz el bien’ rezando, por todas las necesidades de los Hermanos, a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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