Reflexión 19 de Julio

Buenos días:
Es una obviedad recordar que estamos en plena época estival, propia para el descanso y el relajamiento, lo malo es que este relajamiento puede excederse de lo que necesita la mente y el cuerpo por el trabajo y las preocupaciones del año, para derivar en un relajamiento de costumbres y llegar al descuido de mantener los límites que exige la moral en todos sus aspectos.
Por ello, aun siendo tiempo de descanso no se debe abandonar la reflexión de todo aquello que conforma el depósito de la Fe, recordando todo lo que nos exige y seguir el camino de conversión, que al menos supone ir rectificando los caminos equivocados.
En relación con el Primer Mandamiento de la Ley de Dios y los pecados que se pueden cometer contra la Esperanza, están los relativos a Desesperación, que vamos a considerar.
Este pecado consiste en confiar demasiado poco en la bondad de Dios, creyendo que es imposible obtener el perdón de los pecados, la victoria contra las pasiones y la salvación eterna.
Es la posición contraria al pecado de presunción que veíamos días pasados, en aquel todo se abandona a la misericordia de Dios y en este se desconfía de la misma misericordia de Dios y de su bondad.
Ciertamente cuesta mucho a las personas vivir en el equilibrio justo de las cosas, de los sentimientos y de la razón en su lógica más viva y verdadera.
Se han de cuidar mucho los estados de ánimo que provocan las diferentes situaciones que se presentan, para poder ir afrontando y resolviendo convenientemente cada una de ellas, evitando toda alteración que va a producir estados de enojo, cuando menos, o de cólera, cuando más.
La Esperanza, como virtud teologal que recibimos en el Bautismo, ha de ser el motor que impulse todo el camino de la Fe, que se necesita recorrer, en la Caridad, hasta que llegue el primer paso de los Novísimos: la muerte.
Pues cuando la Esperanza pierde fuerza en la vida de la persona, ésta, antes o después, irá a la deriva, pues aparecerán: primero el desánimo, luego la desesperanza, para desembocar en la desesperación.
Por todo ello, habrá que atender con cuidado esmerado esta gran virtud de la ESPERANZA.
Ya te pido la oración de cada día, al menos un padrenuestro a Dios nuestro Padre, por la superación y solución de todos los problemas de los Hermanos, que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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