Reflexión 24 de Julio

Buenos días.
Siguiendo con la importancia que tiene la experiencia de vida, comprendida y asimilada, hoy sábado, como día dedicado a María, nuestra Madre y nuestra Guía, veamos dos referencia evangélicas que nos pueden iluminar ese quehacer de escrutar y discernir los signos que van mostrando los comportamientos y decisiones de las personas, que, al fin, conforman los llamados ‘signos de los tiempos’.
El evangelista San Lucas cuenta que en la cueva de Belén, cuando llegaron los pastores a adorar al Niño, contaban lo que habían visto y oído, de lo que se admiraba la gente; ante tal relato tan grandioso como inconcebible, dice que “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19).
Pasados los años vuelve a relatar el evangelio otro momento en el que María necesita tomar distancia para poder comprender, que lo intenta, como se corresponde. Fue cuando Jesús se había quedado en el Templo con los doctores de la Ley y sus padres le buscaban sin encontrarlo en la caravana; cuando lo encuentran en el Templo surge aquel diálogo: “Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?. Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. (Lc 2,48-52).
“Su madre conservaba todo esto en su corazón”, para meditarlo y encontrar toda la sabiduría que encerraba en sí todos los acontecimientos vividos.
Con serenidad, con paciencia, pero sin abdicar de las propias obligaciones, hemos de escrutar las cosas, y según sea, habrá que ‘conservarlas en el corazón’ porque no siempre la respuesta de la verdad que está ocurriendo es rápida y concreta.
La vida siempre fue intensa en su devenir histórico, pero los tiempos presentes, dados los acontecimientos extraordinarios que nos han venido por la pandemia, están siendo complicados y, en tantas cosas, hasta sorpresivos, pues siendo nocivas se nos quieren presentar como saludables.
Igual que ayer ya apuntábamos, la persona tiene la obligación de saber lo que le están diciendo, lo que está pasando, así como escrutar lo que es bueno o malo, lícito o injusto, no puede aceptar lo que le quieran presentar sin dejar que la conciencia interpele y indique las correcciones que estime necesarias o acepte lo que sea conveniente.
No me canso en pedir cada día tu oración, aunque sea breve, por los otros que vienen como tú a leer estas líneas con sus problemas y necesidades. Hoy reza, al menos, una salve a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por estas intenciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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