Reflexión 29 de Julio

Buenos días
Concluyendo el mes dedicado a la Preciosísima Sangre de Cristo, recordemos hoy esta extraordinaria realidad por la que fuimos redimidos y salvados.
“En Él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1,7-9).
La Sangre de Cristo es el elemento más evidente y vivo que encontramos al recorrer toda la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo; comienza ya en el Huerto de los Olivos sudando sangre (Lc 22,44), y ya muerto en la Cruz, por la lanzada derrama las últimas gotas de su Preciosísima Sangre (Jn 19,34).
Con el ánimo de suscitar en vosotros el máximo amor y devoción a la Preciosísima Sangre del Señor, a continuación os ofrezco de la Madre Basilea Schlink las Letanias de la Victoria de la Sangre de Jesús:
“Alabo la preciosa Sangre del Cordero de Dios, que cura las dolencias de mi cuerpo.
Alabo la preciosa Sangre del Cordero de Dios, que cura las dolencias de mi alma.
Alabo la preciosa Sangre del Cordero de Dios, que cura las dolencias de mi espíritu.
Adoro la Sangre del Cordero, en su poder de perdón.
Adoro la Sangre del Cordero, en su poder de sanación.
Adoro la Sangre del Cordero, en su poder de purificación.
Adoro la Sangre del Cordero, en su poder de renovación.
Adoro la Sangre del Cordero, en su poder de protección.
Alabo la Sangre de Jesús, que cubre rodos mis pecados y me purifica.
Alabo la Sangre de Jesús, que me libera de toda esclavitud.
Alabo la Sangre de Jesús, que es más fuerte que mi sangre corruptible.
Alabo la Sangre de Jesús, que me transforma en su imagen.
Alabo la Sangre de Jesús, que hace de mí una criatura nueva.
Gloria a la Sangre de Jesucristo, que me libera de los poderes del Mal.
Gloria a la Sangre de Jesucristo, que triunfa de mis enemigos.
Gloria a la Sangre de Jesucristo, que me protege de los engaños de Satanás.
Gloria a la Sangre de Jesucristo, que me reviste de la túnica blanca para las bodas del Cordero.
Gloria a la Sangre de Jesucristo, que hace todas las cosas nuevas en mí.
¡Amén! ¡Aleluya!”
Ahí te dejo en la contemplación de la Preciosísima Sangre del Señor Jesucristo, no sin antes de pedirte que hoy reces por las necesidades de todos los Hermanos, pidiendo al Señor Jesucristo que los (nos) cubra con su Preciosísima Sangre. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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