Reflexión 9 de Marzo

Buenos días.
Volvemos hoy nuevamente la mirada a los textos litúrgicos de esta jornada cuaresmal, fijándonos en dos puntos: la oración de este día y el evangelio.
Con la oración la Iglesia se dirige así a Dios nuestro Padre: “Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua. Por nuestro Señor Jesucristo”.
“Que tu gracia no nos abandone”, en esta petición tenemos la seguridad de que el Señor nunca nos puede fallar, es el hombre el que por su comportamiento hace que la gracia de Dios actúe o no en su vida.
La petición final es que: “sintamos sobre nosotros tu (su) protección continua”, que está condicionada por la entrega plenamente al ‘servicio divino’, algo que es muy necesario reflexionar con frecuencia, pues el hombre tiene un destino de eternidad, que se desea y espera sea en la salvación eterna, por lo que en su peregrinación por esta tierra la alta misión de colaborar con la gracia de Dios para construir “unos cielos nuevos y una tierra nueva”, donde habite la paz, la justicia, el amor. Y todo esto no se puede hacer si no es desde lo que supone, encierra y es, el SERVICIO DIVINO.
En el evangelio, Mt 18,21-35, Jesús plantea un tema recurrente: el perdón; comienza diciendo el texto evangélico: “acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”, para concluir diciendo el Señor: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
Digo más arriba que es un tema recurrente, pero es que las personas también insisten en no tener el perdón como una de las actitudes más fuertes y constantes en la vida, pues se comprueba con frecuencia como en el ambiente hay divisiones, rencores e incitaciones incluso al odio. No creo que sea necesario extenderse para hacer comprender esta realidad en nuestra sociedad, y de las personas que se dejan envolver por estos mensajes que llegan por los más diferentes medios que se constituyen altavoces de estas graves incitaciones, que terminan haciéndose realidad en el corazón  de las personas.
Mucha oración y penitencia se necesita para que la conversión sea una realidad generalizada en esta Cuaresma.
Y ahora ya te pido que reces, al menos un Padrenuestro, por todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid –España
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