Reflexión 16 de Marzo

Buenos días.
Para concluir, al menos en esta ocasión, con el tema de la Blasfemia, quisiera recordar las palabras del Niño Jesús, que se apareció con su Santísima Madre a Sor Lucía, el 10 de diciembre de 1925, en Pontevedra, y le dijo: “Ten compasión del corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas, que los hombres ingratos le clavan continuamente, sin que haya nadie que haga un acto de reparación para arrancárselas”.
Enseguida dijo la Santísima Virgen: “Mira, hija mía, mi corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme…”, pidiéndole que se le ofrezcan los cinco primeros sábados de mes.
Posteriormente, el Confesor le preguntó a Sor Lucía por qué eran cinco primeros sábados y no nueve como los primeros viernes, o siete como los Dolores de la Virgen.
La respuesta del Señor Jesucristo fue: “Hija mía, el motivo es el siguiente: son cinco las principales clases de BLASFEMIAS cometidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1) Las blasfemias contra LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
2) Las blasfemias contra SU VIRGINIDAD.
3) Las blasfemias contra SU MATERNIDAD DIVINA, negándose al mismo tiempo a reconocerla como Madre de los hombres.
4) Las blasfemias de aquellos que públicamente tratan de INFUNDIR EN LOS CORAZONES DE LOS NIÑOS la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5) Las ofensas de aquellos que la ULTRAJAN directamente en sus Sagradas Imágenes”.
“He aquí el motivo por el cual el Corazón Inmaculado de María me ha sugerido pedir esta pequeña reparación y en consideración a Ella, conmover mi Misericordia para perdonar a las almas que han tenido la desgracia de ofenderla”.
Como se puede apreciar, la Blasfemia es un pecado mucho más grave de lo que la cultura contemporánea quiere reconocer, teniendo un alcance difícil de determinar cuando los corazones no quieren reconocer la Gloria del Dios Altísimo en sus tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En la historia pasada tenemos ejemplos de cristianos que han advertido a alguien que blasfemaba, cuya respuesta recibida ha sido pagar con la vida al ser incluso asesinados.
Estamos ante un nuevo motivo para ejercitarnos en la oración de expiación, reparación y consolación; aquí queda la invitación a ella.
Tu oración de intercesión por las necesidades de los Hermanos, es la que te pido ahora que hagas con Fe y Esperanza, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, a la que sabes le agrada el Santo Rosario. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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