Reflexión 3 de Marzo

Buenos días
Como miércoles que es, volvemos nuevamente los ojos a San José para reflexionar en su Patrocinio como abogado de la buena muerte.
Es muy interesante pensar en este quehacer, diríamos, de San José de ayudar a quienes a él se encomiendan en el momento supremo de esta vida, cual es hacer el tránsito a la otra vida.
La muerte es una realidad que se ha de experimentar por parte de todas las personas, que, por otra parte, sería de un gran valor el que se la encarara con toda naturalidad y con toda normalidad, pero ante la que no siempre se está con paz.
Es un paso incierto por desconocido, pero en la Fe y en la doctrina cristiana es el primer paso de los Novísimos, que es ineludible para que se produzca el segundo, el juicio particular, que determinará cualquiera de los otros destinos eternos: cielo o infierno.
Por ello en la Iglesia Católica hay una antiquísima tradición de tener a San José como Abogado de la Buena Muerte, partiendo de su propia muerte en los brazos de su Hijo Jesús y en el calor de su Santísima Esposa, que hace que se le invoque pidiéndole su ayuda y asistencia en este momento supremo que cada uno ha de vivir, tarde o temprano.
Existen oraciones a San José formuladas con esta intención, pero aparte de que se pueda rezar personalmente alguna de ellas, parece más conveniente que se medite, que se reflexione sobre esta cuestión de la muerte, se AME como ya he dicho alguna vez la propia muerte, y se busque la mejor forma de conseguir que sea afrontada con todas las garantías de la Fe y de la Esperanza, a lo que, sin duda, San José puede ayudar y mucho como está atestiguado en la vida de muchos santos y en la historia de la Iglesia.
Si una persona quiere alcanzar de San José este beneficio de ser el abogado y protector de su muerte, de forma que pueda ser buena y del agrado de Dios, debería acudir a él frecuentemente con una oración sencilla, que bien será con una oración de las que existen en el oracional popular o con una simple plegaria propia que, a modo de jaculatoria, repita la persona cada día, como por ejemplo podría ser: “San José, alcánzame una buena hora para el momento de mi muerte”.
Como sabéis, las jaculatorias pueden ser de las conocidas o expresadas en pocas palabras por uno mismo, lo que importa es entender que porque una vez se haga una oración cualquiera a San José pidiéndole la ‘buena muerte’, ya pensemos que está todo hecho.
En la oración, sea del tipo que sea, hay que perseverar en ella para que tenga su buen fruto, así lo enseña el Señor Jesucristo (cfr. Lc 18,1-8; 11,5-9). 
Hoy te pido reces a San José implorando su intercesión en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos cada día en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid –España
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