Reflexión 21 de Marzo

Buenos días en este 5º Domingo de Cuaresma.
En el Día del Señor, a donde primero acudimos es a la Palabra de Dios que se proclama en la Santa Misa.
Pues bien, en la segunda lectura tomada de la Carta a los Hebreos dice: “Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna”.
Dice que el Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, “aprendió, sufriendo, a obedecer”; esta afirmación debería ser muy sugerente en estos momentos de gran sufrimiento por la pandemia, y sus consecuencias, siguiendo las huellas del Maestro en la decisión personal de una conversión sincera, que nos alcanzara las gracias que ahora se están necesitando.
No parece que ante tanta repetición de las desgracias, por causa de las diferentes ‘olas de contagios’, las personas quieran aprender volviéndose a Dios, que en definitiva es el único que puede SALVAR de forma definitiva.
Ante esto cabe preguntarse: ¿Qué se necesita para que las personas acepten sus limitaciones?
Le dice Pedro a Jesús: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68-69).
Estamos entrando en la última semana de Cuaresma, que dará paso a la Semana Santa, en la que se debería poner ante sí toda la realidad de nuestra FE, cuyos orígenes se vivirán en las Celebraciones del Triduo Pascual.
Será muy necesario que, con gran valentía, nos enfrentemos a tanto AMOR que el Señor Jesucristo derrochó para salvarnos, y seamos capaces de volver a acogernos a su Salvación, aquí y ahora, en la dura realidad que nos envuelve.
A este Señor Jesús, te pido le reces hoy, con Fe y Esperanza, para que resuelva los agobios y necesidades de todos los Hermanos que aquí no encontramos en torno a su Santísima Madre. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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