Reflexión 2 de Marzo

Buenos días.
Hay una verdad irrefutable, en todos los órdenes de la vida, que no se suele tener en cuenta, y que en este tiempo de oración, reflexión y conversión debíamos reparar en ella.
Siempre y en todo hay una “última vez”, que da paso a cerrar el capítulo de lo que se trate en la vida, incluso hay una “última vez” que dará paso al tránsito de esta vida a la otra.
Si se tuviera en cuenta esta realidad seguro que se caminaría de otra forma, con menos orgullo, con más sencillez, pobreza y humildad, sin el engreimiento de creerse dueños de la vida y de la historia, pero, sobre todo pensando bien entre lo que se hace frente a lo que se debe hacer, pues nunca se puede renunciar a cumplir bien con todo lo que se le ha confiado a uno mismo, bien por el designio divino, bien por las decisiones que uno fue tomando en la vida, con las responsabilidades que conllevan cada cosa.
No creo que sea muy necesario extender más la exposición de esta idea, quizás señalar finalmente que como enseña el Señor Jesucristo, el hombre nunca sabe ni el día ni la hora de lo que ha de acontecer en la propia vida, incluso la del momento último de abandonar la vida terrenal (Mc 13,33-37).
Que cada cual saque sus conclusiones y tenga en cuenta que una expresión de esa conversión de vida que se debe hacer, es esta: saber que cualquier cosa puede ser la última vez que se haga, por lo que se exige hacerla y vivirla bien.
Todos estamos más que sabidos de personas que pensaban un futuro, más o menos inmediato, de una forma muy concreta y próspera, y resulta que una enfermedad, un accidente, un cambio de vida por cualquier razón, o la propia muerte, ha truncado la ‘felicidad que se prometía’.
Te recomiendo que te pares a pensar y recorriendo en tu día a día las cosas que tienes en tus manos, veas que diferentes serían si tuvieras en cuenta esta verdad que decimos de que pueden estar siendo la “última vez” que las abordas o realizas.
¡Cómo cambiarían las actitudes si así se actuaría!, sin caer, por supuesto, en ningún tipo de pesimismo ni catastrofismo, pues bien sabido está que estamos recorriendo un camino en tránsito al encuentro definitivo y eterno con Dios nuestro Padre.
Por favor, no dejes de rezar a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas y cada una de las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos hoy aquí en torno a Ella. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid –España
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