Reflexión 20 de Julio

Buenos días.
Quilón de Esparta escribió: “No permitas que tu lengua corra más que tu inteligencia”, pues verdaderamente se necesita saber y ponderar bien lo que se quiere y/o se debe decir.
La palabra que no se ha dicho en cualquier momento se puede decir, pero la palabra que se ha dicho ya no se puede borrar, y cuando esta palabra es inoportuna, dañina o causa de otros perjuicios, se producen daños que podrían haber sido evitados y, sobre todo, que no hace bien alguno, pues incluso puede hasta destruir relaciones o ser motivo de críticas, juicios o cosa peor, como puede ser la difamación.
La Sagrada Escritura hace múltiples referencias a esta cuestión de la lengua, que por una parte llega a lo más grande como es alabanza a Dios y, por otra, puede hasta a provocar la muerte, aunque sea civil, de una persona.
Traigo solo dos citas, una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento, para que ayuden a la reflexión.
En el Libro de los Proverbios,  21,23 dice: “Quien guarda la boca y la lengua se guarda también de peligros”.
Y en la Carta de Santiago, leemos en el capítulo 3: “Si alguien no falta en el hablar, ese es un hombre perfecto, capaz de controlar también todo su cuerpo… Fijaos también que los barcos, siendo tan grandes e impulsados por vientos tan recios, se dirigen con un timón pequeñísimo por donde el piloto quiere navegar. Lo mismo pasa con la lengua: es un órgano pequeño pero alardea de grandezas. Mirad, una chispa insignificante puede incendiar todo un bosque. También la lengua es fuego, un mundo de iniquidad; entre nuestros miembros, la lengua es la que contamina a la persona entera y va quemando el curso de la existencia, pero ella es quemada, a su vez, por la gehenna… Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios. De la misma boca sale bendición y maldición. Eso no puede ser así, hermanos míos…”.
Bueno es orar y pensar en torno a nuestra propia lengua y al uso que hacemos de ella.
Reza, por favor, aunque solo sea un padrenuestro al buen Padre Dios, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que compartimos este encuentro en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es