Reflexión 17 de Julio

Buenos días en el Día del Señor.
En este domingo XVI del Tiempo Ordinario del ciclo C, la Iglesia nos ofrece en la Liturgia muchos puntos de reflexión.
En la Oración sobre las Ofrendas de la Santa Misa se dice: “Oh, Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la ley antigua, recibe la ofrenda de tus fieles siervos y santifica estos dones como bendijiste los de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en alabanza de tu gloria, beneficie a la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor”.
La presentación del pan y el vino, llamado ofertorio de la Santa Misa, es un momento muy significativo que queda sellado por la Oración que dice el Celebrante, y que la Comunidad ratifica con el ‘Amén’.
Pues bien, fijaros: ‘…recibe la ofrenda de tus fieles siervos y santifica estos dones como bendijiste los de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en alabanza de tu gloria, beneficie a la salvación de todos’. O lo que es lo mismo, que tu ofrenda en esta Misa, que debe ser como en todas, ‘beneficie a la salvación de todos’.
No se pide una exagerada atención ni una excesiva profundidad, simplemente se nos pide cuidado y coherencia con lo que decimos en nuestra oración, pues con el ‘amén’ expresamos la asunción propia de las oraciones que secundamos de esta forma.
Las tres lecturas están llenas de LUZ para nuestra vida y nuestro camino, pero solo me fijo en la segunda, de la carta a los Colosenses, que dice: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor…”.
Queda muy claro el sentido del sufrimiento personal, sea físico, moral, espiritual…, para ver lo importante que es asumirlo y unirlo a los padecimientos de Cristo en la Cruz; ojalá que sepamos asimilar bien estas palabras del Apóstol y ponerlas en práctica.
En los domingos siempre os apremio más a la oración de intercesión por las necesidades de los Hermanos, porque, como Día dedicado al Señor, debemos emplear más tiempo a la oración y a su servicio. De la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, no dejemos de caminar en la presencia y voluntad de Dios. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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