Reflexión 7 de Junio

Buenos días.
Ya vamos experimentando lo que es propio de la estación del verano aunque aún no haya comenzado, que será el 21 de junio, pero si nos da ocasión de comentar al hilo de este tempo veraniego.
Nuestra mirada, lógicamente, ha de ser desde la propia Fe cristiana y sus exigencias sociales, morales, familiares…, en todos los órdenes y vertientes posibles.
Como todo en esta vida, el verano tiene cosas positivas y beneficiosas para las personas, para su salud, pero igualmente tiene sus aristas negativas que se han de cuidar para no ser heridos por sus aspectos negativos.
Quizás el aspecto más negativo que tenga el tiempo estival es la desinhibición en la que se cae con cierta facilidad, abandonando todo aquello que las buenas costumbres y la moral exigen para una convivencia honesta y responsable.
Es gran lástima que nuestras generaciones contemporáneas no pongan en valor la belleza y la armonía, tanto en la naturaleza como en las personas y sus comportamientos, pues si se hiciera así no se verían tantos excesos en las formas de vivir y comportarse.
También es una gran pena que las personas no cuiden su forma de vestir, y lo que es peor, que no se den cuenta que con los atrevimientos de vestir de una forma tan ligera, que se podría decir que más que vestirse es desvestirse, hacen gran daño a los otros.
En la moral del cuerpo, la provocación es un pecado muy grave, pues empuja a otras personas a sentimientos o deseos muy peligrosos, cuando menos, si no se pasa a otro tipo de agresiones, que luego se lamentaran, etc., etc.
Como hemos dicho muchas veces y por muchos motivos, es bueno anticiparse a las cosas. En este sentido plantear en la propia vida lo que es el verano y lo que ha de ser o debe ser, es muy importante, pues se deben evitar todo tipo de excesos sean del tipo que sean, cosa que la mejor forma de hacerlo es prevenirlas.
Recordad el texto de la carta de San Pedro: “Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle, firmes en la fe” (1 Pd 5,8-9).
Pero hoy ya te pido que reces al Señor Jesucristo, para que venga en ayuda de las necesidades de todos los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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