Reflexión 5 de Junio

Buenos días en la Solemnidad de Pentecostés.
En la Celebración de la Sagrada Eucaristía de este día, se dirá la Secuencia del Espíritu Santo antes de la lectura del Santo Evangelio.
Esta secuencia, que en la Liturgia de las Horas se ha rezado como Himno de Vísperas, en estos días anteriores, dice así:
“Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don,  en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,  según la fe de tus siervos: por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén”.
Es una oración hermosa que se puede rezar todos los días, si se quiere, que da grande luces y sugerencias para la oración de meditación o de intercesión, pues se puede rezar en clave de sí mismo o en la de otra persona.
Pero como el espacio no permite detenernos en la riqueza de cada una de las estrofas, os sugiero la última en la que quedan de manifiesto varias cosas muy interesantes.
‘Reparte tus siete dones,  según la fe de tus siervos’, lo que quiere decir que es la FE profesada y vivida, la que alcanzará del Divino Espíritu la Gracia necesaria para experimentar sus siete dones.
‘Dale al esfuerzo su mérito’, lo que afirma que es el esfuerzo por hacer las cosas bien y por vivir según la santa Ley de Dios, lo que nos granjeará el reconocimiento de la vida eterna. 
‘Salva al que busca salvarse’; aquí encontramos una gran verdad que no fácilmente se quiere reconocer, pues si bien es cierto que Dios es quien salva, mejor, Cristo con su entrega en la Cruz es quien ya nos salvó, sólo se hace realidad en la persona que desea y trabaja por hacerse digno de la salvación que Cristo, porque no la rechaza con su vida desordenada de pecado, al contrario, la anhela y la busca.
Aprovechemos este gran día, gran colofón del Tiempo Pascual, en el que el Señor Jesucristo culmina su Obra con el cumplimiento de la Promesa: El envío del Espíritu Santo.
Es el día del encuentro o re-encuentro, según cada uno, con el Espíritu Santo y conviene no desaprovecharlo.
A Él necesitaremos pedirle hoy por todas las intenciones, necesidades y proyectos de los Hermanos que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía, que es la Hija de Dios Padre, la Esposa de Dios Espíritu Santo y Madre de Dios Hijo. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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