Reflexión 31 de Enero

Buenos días en la Fiesta de San Juan Bosco.
Ayer hablamos de ser santo, pues hoy la Iglesia nos presenta una de las figuras más significativas de la espiritualidad del siglo XIX, San Juan Bosco, sacerdote.
Una y mil veces diré que merece la pena acercarse a conocer a Don Bosco, como popularmente se le conoce, porque su vida es verdaderamente un acicate para ser santo, aquí y ahora, en nuestro mundo complicado como lo fue el suyo.
Don Bosco supo vivir el compromiso pastoral de la evangelización, en su caso principalmente con los jóvenes que estaban y vivían a la deriva; supo emprender obras, talleres, empresas, para educar y enseñar a estos jóvenes, pero todo ello envuelto en una espiritualidad extraordinariamente rica, consistente en una unión con Dios grande a la que era obediente y de la que sacaba la fuerza para enfrentar cualquier situación complicada, difícil y menos difícil, que se pudiera presentar.
También tuvo su fortaleza en María, Auxilio de los cristianos, cuya devoción en la sociedad Salesiana que fundara se convirtió en la advocación de María Auxiliadora, que es tal como hoy la conocemos.
De su vida, muy rica en matices y muy luminosa para lo que es ser santo, sencillamente santo, en medio de un mundo como el de la Italia del siglo XIX e implicado en las necesidades de los demás, podemos entresacar muchas enseñanzas. No se debe olvidar que sus memorias biográficas están publicadas en veinte volúmenes, aunque se han ido publicando de las memorias de don Bosco, aspectos significativos en libros muy manejables.
Vemos una definición suya, sencilla, para ser santo: “Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta, sino en saber enmendarse”, lo que es lo mismo, saber una y mil veces volverse a Dios con corazón contrito y humillado, para volver a empezar con las fuerzas renovadas de la gracia y poder evitar, en la medida real de lo posible, no volver a ofender a Dios.
Aquí quedamos para que cada uno pueda acercarse a San Juan Bosco, pedirle su ayuda y renovar la decisión personal de ser santo.
Y a él te pido que le reces en favor de las necesidades de los Hermanos, que en su querida María Auxiliadora, nos reunimos aquí como cada día. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid - España
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