Reflexión 17 de Enero

Buenos días.
Retomamos hoy la revisión y toma en consideración de los Mandamientos de la Ley de Dios, que aún nos quedan por ver con el detenimiento debido.
Décimo Mandamiento: “No codiciarás los bienes ajenos”.
Este Décimo Mandamiento es una continuación y complemento del Séptimo Mandamiento, pues así como el Séptimo prohíbe directamente los actos externos contra el derecho de propiedad del prójimo, en el Décimo se prohíben los deseos o actos interiores contra dicho derecho de propiedad.
De esta forma, consagrando dos preceptos a la defensa legítima de los bienes de las personas, se da a entender por parte de la Doctrina la importancia que se le concede tanto a la propiedad privada como a la defensa de la misma.
También vemos que este Mandamiento incluye un aspecto positivo: la confianza y el abandono en la Providencia divina, que nos manda conformarnos con los bienes que Dios nos ha otorgado y con los que de un modo honrado hemos podido y podamos adquirir.
Ciertamente es lícito aspirar, dentro de la justicia, a una mejor distribución de los bienes, en conformidad con el destino que Dios les ha asignado y con las exigencias del bien común.
Pero téngase muy en cuenta la consideración de que el Décimo Mandamiento, no permite en absoluto el deseo desordenado de riquezas, o avaricia, o la envidia de los bienes ajenos.
De la avaricia y de la forma de combatirla ya se habla en el Séptimo Mandamiento, aunque San Juan Crisóstomo nos dice de la envidia: “Nada hay que separe y divida tanto como la envidia; funesto mal que no merece perdón... El demonio siente envidia, pero de los hombres, nunca de otro demonio; si vosotros los hombres sentís envidia de vuestros semejantes, vais contra vuestra sangre y vuestra raza, cosa que no hace ni el mismo demonio. ¿A qué indulgencia tendréis derecho, si el éxito de uno de vuestros hermanos os hace temblar y palidecer de envidia en lugar de alegraros?”.
Por la envidia se duele uno de los bienes del prójimo, lo cual es directamente contrario al amor, afirma Santo Tomás
San Juan Crisóstomo indica asimismo que la envidia impide el “acto de Fe”.
Por tanto, el procedimiento para combatir la envidia es concreto, esforzándose en practicar obras de amor hacia las personas que son objeto de envidia; y haciendo oración, para que así aumente la Fe, que la propia envidia le imposibilita.
Como se ve hay materia muy interesante como valiosa, para revisar la propia actitud ante este Décimo Mandamiento de la Ley de Dios.
En este inicio de la jornada semanal, comienza con buen propósito tu oración en favor de alcanzar del Padre Dios las gracias que necesitan las necesidades materiales y espirituales de todos los Hermanos, que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid - España
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