Reflexión 16 de Enero

Buenos días.
En los medios que tiene la persona para interrelacionarse, sin duda la palabra es la más inmediata y con la que mejor puede ayudar a conseguir la intercomunicación, aunque es verdad que no siempre se la cuida o se la usa con el respeto que merece.
Nos creemos dueños de las palabras que utilizamos, de forma que las lanzamos hasta sin el más mínimo respeto que merecen, tanto la persona que las va a recibir como el mismo lenguaje en sí.
Decía Michel E. De Montaigne, que “la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”, pues en definitiva ha de unir a las dos personas en el mensaje que conlleva, clarificando las posturas y obteniendo el mejor resultado de que se trate.
No se suele reparar en lo que es ‘la palabra’ en la propia vida personal, en su importancia y en su repercusión, cuando se debería admitir una reflexión seria acerca de ella, pues dice mucho de la persona cuando sabe utilizar el lenguaje con austeridad, respeto y elegancia, a cuando lo utiliza con chabacanería, para degradar o despreciar, o cuando no, para zaherir, insultar, etc.
Bien nos vendría ver cómo es nuestra palabra, cómo somos capaces de utilizarla y, sobre todo, cómo somos capaces de cuidarla y hasta de respetarla.
Y qué importante es también en el uso que podemos hacer de ella en la oración, en la relación con el Señor, nuestro Dios.
Úsala ahora rezando al Señor Jesús Resucitado, por todas las necesidades de los Hermanos que volvemos a encontrarnos aquí en torno María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid - España
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