Reflexión 23 de Enero

Buenos días en el Día del Señor, Tercer Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo C.
En la segunda lectura de la Santa Misa, Primera Carta a los Corintios, 12,12-30, el Apóstol San Pablo explica cómo somos todos miembros de un mismo cuerpo y necesitamos unos de otros como los diferentes miembros del cuerpo.
Piénsalo: Tú necesitado de los hermanos que contigo formáis un mismo y solo cuerpo en el Señor Jesucristo; los hermanos, cualquiera de ellos y en cualquier momento, necesitados de ti.
¿Qué hacer ante esta realidad que tantas veces no parece que fuera con uno mismo?
La oración colecta con la que la Iglesia reza hoy y a la que nos unimos con el ‘amén’, que la hace propia y la ratifica desde la propia voluntad, dice: “Dios todopoderoso y eterno, orienta nuestros actos según tu voluntad, para que merezcamos abundar en buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. El, que vive y reina contigo”.
Qué bonito pedirle a Dios que ‘oriente nuestros actos según su voluntad’, pues el secreto de todo y para todo está precisamente en la Voluntad de Dios, que nunca puede ser ni nociva ni mala para la persona.
Por eso la gran importancia que tiene la tercera petición del Padrenuestro: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, pues, en definitiva, de otra forma bien distinta nos iría si viviéramos según la ‘Voluntad de Dios’.
Las personas, en el ejercicio de su libertad, van haciendo las cosas a su libre albedrío, que no siempre son correctas ni dentro del orden establecido y necesario, con lo que introducen muchos elementos contrarios a la ‘Voluntad de Dios’, en la que, en cambio, está siempre la armonía, el equilibrio, la paz, la caridad…, todo lo que es en definitiva la vida y convivencia de las Tres personas de la Santísima Trinidad.
Por ello es importantísimo, no solo rezar el Padrenuestro, sino fijarnos y pararnos en la tercera petición: “Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo”, que a modo de jaculatoria también podemos repetirla con frecuencia en la Fe y en la confianza de que será de un gran provecho para toda la humanidad.
Los Hermanos necesitan hoy también tu oración, tal como nos enseña el Apóstol; no dejes de rezar al Señor Jesús Resucitado en este día domingo, para que colme de bendiciones todas las necesidades de cada uno de ellos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid - España
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