Reflexión 8 de Diciembre

Buenos días en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima.
Hoy es uno de esos días en los que las palabras no pueden expresar, en su justa medida, el significado de lo que representan.
Nosotros contemplamos a María Virgen en toda su gloria. La Iglesia nos ha enseñado que es la medianera de todas las gracias, que vivió con absoluta entrega y sin reservas a los designios de Dios, que su docilidad a la misión recibida fue siempre total, porque su escucha a la Palabra de Dios fue constante.
Estuvo entregada a la Palabra de Dios hecha carne, su hijo Jesucristo, hasta el momento de recibir su cuerpo yacente y dejarlo en el sepulcro, para luego sostener a los Apóstoles hasta la Venida del Espíritu Santo y, finalmente, ser asunta a los cielos en Cuerpo y Alma, llevada por los Santos Ángeles ante el trono de la Santísima Trinidad, para ser coronada como Reina y Madre de todo lo creado.
Pues bien, todo esto fue posible porque Dios Padre Todopoderoso, en su insondable Sabiduría y Providencia, hubo determinado que María fuese concebida sin pecado original, que es la solemnidad que estamos celebrando con gran alegría.
Esta María Inmaculada, es nuestra Madre y nuestra Guía, que hoy la felicitamos con las sencillas oraciones del Avemaría y de la Salve, sintiendo y saboreando cada frase, cada palabra que las expresan.
Y quizás, personalmente puedas ofrecerle algún obsequio de tu corazón, sencillo, humilde, que Ella acogerá con todo su Amor de Madre: hazlo, no te resistas porque pienses que pueda ser una bobada, para la Madre Santa María, cualquier gesto de amor de su hijo tiene la máxima importancia.
Ya, hoy te pido que reces a la Virgen Inmaculada en favor de todas las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos aquí en torno a Ella. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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