Reflexión 16 de Diciembre

Buenos días.
Siguiendo con el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios: No matarás; en el aspecto de los pecados contra la vida corporal de las personas nos quedan tres pecados, que vamos a intentar hoy verlos.
El desafío o duelo, que es un combate entre dos o más personas que vienen a las manos, de forma premeditada.
El duelo es un crimen que comprende toda la malicia del suicidio y la del homicidio; es una transgresión cínica y grave de la moral, de los deberes para con Dios, con el prójimo, con la sociedad, y para con nosotros mismos, por lo que jamás tiene, ni puede tener, justifica­ción cristiana, ni humana siquiera.
En cuanto al tema de las drogas, su consumo habitual sin prescripción médica es un gravísimo atentado contra la vida corporal, y en consecuencia contra el Quinto Mandamiento.
Asimismo, el tráfico o distribución ilegal de drogas (de traficantes, comerciantes, camellos, etc.), es una gravísima contribución a fomentar este delito contra la salud y la vida de las personas, estando, por tanto, comprendido y expresamente prohibido por este Quinto Mandamiento de la Ley de Dios.
Finalmente, en cuanto al alcoholismo, digamos que el abuso del alcohol daña la salud corporal y espiritual y es materia grave incluida en la Ley de Dios, en este Quinto Mandamiento.
La Palabra de Dios lo enseña de modo claro: “Quienes hacen tales cosas (embriaguez) no heredarán el Reino de Dios” (Gál 5,19-21).
San Juan Crisóstomo lo ratifica: “Donde está la embriaguez, está el diablo, porque el vino se nos da para alegrarnos, no para perder el decoro; para conservar la salud, no para dañarla; para reír, no para que se rían de nosotros; para templar la flaqueza del cuerpo, no para perder el vigor del alma”.
Como siempre digo, bueno es tomar un tiempo de reflexión para asegurar la propia adhesión a la doctrina católica, así como para ajustar los propios comportamientos o sentimientos.
Con fe y esperanza, reza al Señor Jesús, presente de forma continua y hasta el final de los Tiempos, la Parusía, en el Santísimo Sacramento del Altar, por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos aquí congregados en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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