Reflexión 19 de Diciembre

Buenos días en el Día del Señor.
Sería muy importante que cada uno, según su situación familiar, social, etc., se dispusiera a tener en cuenta lo que se prevea que va a ir pasando en los próximos días festivos, en torno al Nacimiento del Niño Jesús.
Me refiero, no a las situaciones externas en las que se manifiestan jubilosamente los buenos deseos y las felicitaciones de todo tipo, sino a los verdaderos sentimientos que se llevan en el corazón, que no siempre responden a la efusión que se muestra en esas felicitaciones.
En este orden habría que reconsiderar dos situaciones: la propia y la de los otros.
En ambas situaciones habría que actuar desde la virtud de la comprensión, pues es muy difícil superar las dificultades que se tienen para poder aceptar tanto al otro como a uno mismo, sino se entra por la puerta de la comprensión.
Sabemos que comprender es la capacidad de entender las cosas, de penetrar hasta el fondo donde se encuentra el origen de esa situación de resistencia o rechazo que se tiene, o la que se ve que tiene el otro.
La comprensión genera una segunda virtud: la tolerancia, que en sí misma lleva al respeto de las personas y sus situaciones, para luego actuar de la mejor manera posible.
Creo que es sencillo entender este planteamiento para ponerlo en práctica, y, al menos, intentar conseguir que estas inminentes fiestas navideñas no sean de ruptura, intolerancia, incomprensión…, como ocurre más de lo deseado, de forma que cada cual se mete en ‘su castillo’, se llena de ‘sus’ razones, para pretender someter a todo el mundo a sus criterios y, en muchos casos, a sus caprichos.
Bueno sería que en estos días inmediatos se repasaran también otro tipo de defectos que se puedan dar, así como las virtudes que serían necesarias desarrollar, pues lo que se ha de buscar es la unidad de las personas en todos los ámbitos en los que se desarrolla la propia vida, para que de esa unidad emane el Amor de Dios: “…para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21).
Progresemos un día más en nuestra unidad con los Hermanos, que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía, pidiendo hoy al Señor Resucitado por todas sus necesidades e intenciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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