Reflexión 2 de Diciembre

Buenos días.
Seguimos considerando el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios.
Hoy en los pecados contra la vida corporal, vamos a considerar las ‘Heridas’, que son todo tipo de lesiones o de mutilacio­nes que se infieren al prójimo o a sí mismo, en detrimento de la salud e integridad corporal, con armas, con las manos o con cualquier objeto.
El Catecismo en el nº 2297 matiza: “...Exceptuados los casos de prescripciones médicas de orden estrictamente terapéutico. Las amputaciones, las mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral”
El motivo principal que origina este pecado suele ser el apetito desordenado de venganza, contra el que previene duramente la Sagrada Escritura: “El que se venga, sufrirá venganza del Señor” (Ecl 28,1)
Santo Tomás de Aquino comenta: “La riña es una particular contienda efectuada entre personas privadas, no en virtud de pública autori­dad, sino más bien por su voluntad desordenada. Y así, la riña siempre lleva pecado. Es mortal en quien se lanza injustamente, pues dañar al prójimo, aunque sea con las manos, no se da sin pecado mortal. En el que se defiende puede darse sin pecado; algunas veces con pecado venial y otras con mortal, según los diversos movimientos de su ánimo y la diferente manera de defenderse”.
Como nos ocurría en el Primer Mandamiento nos damos cuenta que los hechos, incluso los sentimientos, pueden tener consecuencias muy serias, en este caso con relación al Quinto Mandamiento, cuya formulación es tan sencilla como “no matarás”.
Merece la pena, una vez más, reflexionar y asimilar para formar bien la propia conciencia, al tiempo que se revisa lo que pudiera haber en la vida pasada que requiriese reconocimiento, arrepentimiento y confesión. Ya hemos dicho alguna vez lo necesario por importante que es, abandonar este mundo con todas las culpas arrepentidas, confesadas y perdonadas, en virtud del Sacramento de la Confesión.
Reza hoy a Jesús Sacramentado como día jueves que es, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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