Reflexión 28 de Diciembre

Buenos días en la Fiesta de los Santos Inocentes.
Celebramos la Fiesta de los niños mártires, que fueron ejecutados en Belén de Judea por el rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús.
Estos niños fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, siendo primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios y por el Cordero a lo largo de los siglos.
En estos días entrañables de la Navidad, la Sagrada Liturgia nos va llevando por aquellos hechos que acaecieron en torno al Nacimiento del Mesías, que desde el primer momento ya tuvo enfrente a todos los enemigos del bien, los enemigos de Dios y de su Santa Ley.
Es curioso, por una parte, y triste, por otra, que sigamos las mismas sendas de aquellos, matando inocentes y arrasando con todo cuanto se pueda de la moral y de las buenas costumbres, que, por supuesto, se opongan a los dictados del Misterio de Iniquidad, de Satanás en definitiva.
Resulta muy llamativo que se siga ignorando el destino de eternidad que tiene toda persona y en el que seremos juzgados según las obras, sabiendo claramente cuál será la consecuencia de este ‘juicio personal o particular’, como se quiera decir.
Dejo dos textos del Nuevo Testamento que nos ayuden a la reflexión.
“El cual (Dios) pagará a cada uno según sus obras: vida eterna a quienes, perseverando en el bien, buscan gloria, honor e incorrupción; ira y cólera a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que haga el mal” (Rom 2,6-9).
“Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros” (Ap 20,12).
Y finalmente, otro texto del Libro de los Salmos: “Dios ha dicho una cosa, y dos cosas he escuchado: Que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras” (Salmo 62,12).
Aprovechemos este día para AMAR más y más la vida, comenzando por la propia, pues no somos capaces de darnos cuenta de todo el valor que tiene para Dios nuestro Padre la vida de cada persona.
Hoy te pido tu oración a la Sagrada Familia, por todos los niños que a través de sus mayores nos encontramos con ellos también aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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