Reflexión 20 de Diciembre

Buenos días.
En estos días prenavideños viene bien la consideración de los pecados contra la vida espiritual en relación al Quinto Mandamiento de la Ley de Dios: No matarás. En primer lugar nos vamos a referir al escándalo.
Escándalo es todo dicho o hecho considerados inmorales, condenables y que causan indignación.
Aunque sea involuntario, el escándalo incita al prójimo al pecado, porque es causa de que alguien obre o piense mal de otros.
Por ello, el escándalo es para el alma del prójimo lo que el homicidio es para el cuerpo. Es un pecado gravísimo tanto por el daño inmediato que causa al prójimo, como por las tristes consecuencias a que da origen. Por eso, el Señor Jesucristo dice: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo!” (Mt 18,6-7)  
Dice el Catecismo nº 2286: El escándalo puede ser provocado por la ley o por las institucio­nes, por la moda o por la opinión. Así se hacen culpables de escándalo quienes instituyen leyes o estructuras sociales que llevan a la degradación de las costumbres y a la corrupción de la vida religiosa... Lo mismo ha de decirse de los empresarios que imponen procedimientos que incitan al fraude, de los educadores que exasperan a sus alumnos, o de los que, manipulando la opinión pública, la desvían de los valores morales”.
San Alfonso María de Ligorio se atrevió a censu­rar con firmeza “que hace más daño un compañero escandaloso que cien demonios”, y que “peca más quien induce a pecar que el que peca”.
San Juan Crisóstomo va más allá: “Dios es paciente con ciertos pecados aun gravísimos, pero nunca con el escándalo, por lo horrible que es a sus ojos”.
El comportamiento que debemos mantener con los escandalosos según San Pablo es: “Os ruego, hermanos, que tengáis cuidado con los que crean disensiones y escándalos contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; alejaos de ellos. Pues estos tales no sirven a Cristo nuestro Señor sino a su vientre, y a través de palabras suaves y de lisonjas seducen los corazones de los ingenuos (Rom 16,17-18).
Intentemos ahora responder a la pregunta: ¿Cómo se peca de escándalo?
La responsabili­dad adicional de este pecado gravísimo se centra en que no depende de la conciencia del escandalizador, sino de la del escandalizado.
Por ello, un vestido poco decente, una palabra obscena o inoportuna, un acto inmoral, una enseñanza o consejo amoral, una provocación, una comida, una omisión, etc., pueden ser motivos de escán­dalo para otros, aunque puedan parecer puros para uno mismo e incluso, aunque objetivamente lo fueran.
Por eso no duda en afirmar San Pablo: “No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo. Lo bueno es no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (cfr. Rom 14,20).
Los medios de comunicación social (prensa, radio, televisión, etc.), espectáculos, legisladores, gobernantes, responsables de la moral pública, educadores…, deberán meditar con frecuencia sobre este pecado del Quinto Mandamiento. Y sobre este pensamiento que les deja el Patrono de Moralistas, San Alfonso María de Ligorio: “El infierno fue creado para castigar el pecado de escándalo”.
Hasta aquí la exposición resumida de este, ya dicho, gravísimo pecado al que no se le quiere dar la trascendencia que tiene, pero solo hay que asomarse a la calle o a cualquier medio y comprobarlo.
Ciertamente se necesita rezar mucho, pero ahora solo te pido que lo hagas por las necesidades de todos los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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