Reflexión 15 de Diciembre

Buenos días.
A diez días de la Navidad es seguro que se está pensando ya en las celebraciones festivas de estos días, en sus preparativos y en las personas con las que hay que encontrarse o reunirse.
La experiencia dice que en muchos casos son días agridulces, pues las vinculaciones, bien familiares o sociales que en esos días son obligadas a tener de forma presencial, pueden ser un tanto conflictivas, por lo que siendo unas fiestas jubilosas pueden convertirse en esos casos en tormentosas.
Conviene reflexionar un poco ante el panorama que se presenta, pues desde el planteamiento cristiano nunca se debe aceptar ser vehículo de desunión o tan siquiera de discordia.
Sabemos que algunas veces las cosas no son tan fáciles como se pueden escribir, pero siempre si pueden ser objeto de mejorarlas y de poner todo cuanto tenga uno de su parte, para hacer vida aquella plegaria de San Francisco de Asís:
“Señor, Haz de mí un instrumento de tu paz. Donde haya odio, ponga yo amor. Donde haya ofensa, ponga yo perdón.
Donde haya discordia, ponga yo armonía. Donde haya error, ponga yo verdad.
Donde haya duda, ponga yo fe. Donde haya desesperación, ponga yo esperanza.
Donde haya tinieblas, ponga yo luz. Donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, sino amar.
Pues: Dando..., se recibe. Olvidando..., se encuentra. Perdonando..., se es perdonado. Muriendo..., se resucita a la Vida Eterna. Amén”.
Te deseo que prepares en tu corazón unas Fiestas de la Natividad del Señor en las que seas un fiel discípulo de Jesucristo, haciéndole presente, de una u otra forma, en todos los encuentros en los que participes, pues considera que la felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos y transmitimos a los otros.
La oración de San Francisco de Asís te puede ayudar mucho si la interiorizas y la meditas.
Reza ya a María, nuestra Madre y nuestra Guía, en favor de las necesidades de todos los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a Ella. AMÉN,
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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