Reflexión 25 de Octubre

Buenos días.
La Oración Colecta de la Misa del Domingo XXX del Tiempo Ordinario (ayer), que se repetirá durante la semana todos los días de Feria, dice: “Aumenta, Señor, en nosotros la fe, la esperanza y la caridad para que cumplamos con amor tus mandamientos y podamos conseguir, así, el cielo que nos tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo”.
Como veis, es una oración hermosa en la que se comienza pidiéndole a Dios Padre que nos aumente las tres virtudes teologales que ya recibiéramos en el Bautismo, a fin de poder cumplir los mandamientos y alcanzar así el cielo, la gran promesa de Dios para su pueblo hecha realidad por la entrega de su Hijo en la Cruz.
Merece la pena aprovechar esta ocasión que nos ofrece la Sagrada Liturgia, para escrutar cómo se encuentran nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestra Caridad, pues en definitiva son las grandes ayudas que tenemos para hacer nuestra jornada terrenal sin errores ni equivocaciones graves.
Sabemos que nos espera el Cielo prometido por Dios, del que el Señor Jesucristo insistió en su Anuncio y Predicación del Reino, y del que habló a sus apóstoles más concretamente durante la Última Cena en el discurso de despedida: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros” (Jn 14,1-3).
Así, pues, en esta certeza que nos da la Fe, con la perseverancia que nos facilita la Esperanza y la fortaleza que nos procura la entrega a Dios y a los hermanos por la Caridad, vamos a mantener vivo en el recuerdo el deseo de caminar al encuentro con Dios, que nos espera en el Cielo con todos sus ángeles y con todos los santos que nos han precedido en la Fe.
Que sea este propósito de hacer camino hacia el Cielo, la única y verdadera razón para la propia conversión. Y también, para que ayudes y animes a los que encuentres en tu caminar a que hagan su propio camino de conversión, porque a cada uno de ellos también los están esperando en el Cielo.
Reza ya, con gran confianza a Dios nuestro Padre, en favor de todas las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos hoy aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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