Reflexión 15 de Octubre

Buenos días en la Fiesta de Santa Teresa de Jesús.
Bien se sabe que de esta mujer castellana hay mucho que aprender y mucho que poder imitar.
Por ello traigo hoy este pensamiento suyo: “Dejar la oración es perder el camino”; lo que tantas veces pasa a las personas de Fe.
Y cuando no hay oración se hace muy costoso considerar algunas cosas, como las que hemos traído desde hace un tiempo hasta ayer.
Por ello y para que no se nos ‘vaya el hilo’, concluyamos el tema del pecado de sacrilegio que ayer comenzamos.
Siguiendo con las profanaciones de los Sacramentos, se comete sacrilegio por recibir los Sacramentos en pecado mortal.
Se comete, por tanto, en la recepción de la sagrada comunión que recibe el fiel sin limpiar sus pecados mortales, previamente en el sacra­mento de la Penitencia.
Merece la pena resaltar la plausible costumbre de algunos de hacer Confesión General antes de recibir el Sacramento del Matrimonio.
El único Sacramento al que se puede acercar el fiel cristiano en pecado mortal, después de recibido el bautismo, y que debe hacerlo cuando se está en esa situación de ruina espiritual, es la confesión.
Ahora bien, el Sacramento de la Penitencia puede ser recibido cometiendo sacrilegio cuando se hacen confesiones no válidas, bien porque se oculta, por vergüenza u otro motivo, algún pecado mortal, o bien porque, incluso en el caso de confesar todos los pecados, el penitente se acerca al Sacramento sin arrepentimiento sobrenatural, esto es, arrepentimiento de atrición o de contrición.
El primero, se refiere al arrepentimiento de los pecados por temor al castigo divino, y el segundo se refiere al arrepentimiento por el dolor de haber ofendido a Dios, por el amor que se le tiene.
También podría ser por no llevar la actitud noble y sincera de la conversión al Señor.
Todas son condiciones que la Iglesia declara como necesarias para la validez del Sacramento de la Confesión.
Bien, hasta aquí llegamos con el pecado de herejía que afecta directamente al Primer Mandamiento de la Ley de Dios: Amará a Dios sobre todas las cosas.
Alguna vez puede parecerle a uno que son muy duras las exigencias de nuestra Fe Católica, nunca más lejos; lo único que se necesita es querer vivir en la Verdad y ayudarse con la gran virtud de la Humildad.
Conoceréis la célebre referencia que hace Santa Teresa de Jesús en el libro de las Moradas: “la humildad es andar en la verdad”: en la Verdad que es Dios, en la verdad del propio corazón, en la verdad de lo que es la vida.
Vamos pues a seguir avanzando en nuestro deseo de santidad, haciendo camino de conversión cada día.
Tus Hermanos necesitamos tu valiosa oración de intercesión a la Santísima Trinidad, en favor de todas las necesidades de cada uno. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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