Reflexión 11 de Octubre

Buenos días.
Comenzamos una nueva semana en cuanto a lo laboral y viene bien reflexionar en esta imagen que transmitió el actor norteamericano John Sedd: “Los barcos están a salvo en el puerto, pero no se hicieron para eso”.
En el término ‘barcos’ podemos poner muchas cosas del día a día, de las propias cualidades, de los proyectos o trabajos, de…, que no pueden ‘estar a salvo en el puerto’ porque han de desarrollarse en orden al evangelio, como incumbe en la vida de cualquier cristiano.
La pereza suele ser una de las causas por las que se prefiere dejar ir las cosas sin que se cumpla en ellas lo que se corresponde; pero hay una causa que es mucho más dañina: el miedo.
El miedo a equivocase, el miedo a no estar a la altura, el miedo a fracasar, el miedo, en fin, a cualquier cosa que, por supuesto, es dañina en sí misma.
No hay razón del miedo cuando se obra con rectitud desde el conocimiento que se tiene en el tema que se trate, pues la persona pone todo su saber y todo su empeño en llevarlo a cabo de una manera óptima y satisfactoria.
Ya hemos dicho alguna vez que el miedo se ha de rechazar por una razón muy sencilla, porque es diabólico. Del miedo se ha valido muchas veces el enemigo para atemorizar y llevar a la persona por caminos y vericuetos de desorden, de pecado, en definitiva.
En la otra cara de la moneda, encontraremos la confianza, que siempre ha de acompañar en todas las iniciativas y trabajos, pues es ésta una buena virtud que ayuda mucho: desde el ángulo de la Fe, por lo que supone confiar en Dios y en su Providencia, y desde el ángulo material, porque el conocimiento que se tiene y la confianza que se debe fomentar en sí mismo, por el justo ‘saber y entender’ que se tiene y que se desarrolla con las demás facultades humanas.
Avancemos en la jornada terrenal y mientras en ella estamos, vivamos y hagamos con ilusión todas las cosas, pues su final es altamente sugestivo: Vivir en la plenitud de Dios, en el Cielo que colma todas las aspiraciones que pueda tener la creatura humana. Mira y medita lo que dice San Pablo a los Corintios: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Cor 2,9).
Y no dejes el barco de la oración anclado en el puerto, pues necesitamos que reces con ilusión y esperanza, hoy buscando la intercesión en su Fiesta del que llamaron Papa bueno, San Juan XXIII, en favor de todas las necesidades de los Hermanos que aquí volvemos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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