Reflexión 8 de Septiembre

Buenos días en la Celebración de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María.
Día hermoso por tan importante como fue, pues era el primer paso que diera nuestro buen Padre Dios: nacía una niña que había sido concebida sin pecado original, preparada así para la realización del Plan de Salvación que Dios tenía para su Pueblo.
A partir de aquí se puede y se debe seguir todo lo que fue aconteciendo hasta la culminación de nuestra Redención, en la entrega de Jesús en la Cruz.
Siempre el nacimiento de una criaturita es un motivo de gozo indescriptible, particularmente en el seno de sus padres, el cual luego se celebrará entusiastamente a lo largo de toda la vida año tras año.
Vaya, pues, nuestra felicitación a la Virgen María, Madre y Guía nuestra, en este día feliz de su nacimiento, con la alabanza y acción de gracias a Dios por tan gran don recibido en la que luego sería la Madre de su Unigénito, nuestro Señor Jesucristo.
Pero no olvidamos que hoy es también día miércoles y por eso traigo esta invocación de las Letanías de San José: “Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros”, pidiéndole que nos enseñe a conocer más y más los dones y virtudes que adornaron la vida de su Santísima Esposa, para poder imitarla en nuestra entrega y servicio a los demás, comenzando en el propio hogar.
Que la Virgen Santa María rejuvenezca nuestro espíritu y le llene de la dulzura con la que Ella trata todos los asuntos de los hijos que recibió al Pie de la Cruz.
Y a Ella, también, hoy te pido que la reces con la sencillez y confianza de un niño a su Madre, implorándola que mire con maternal solicitud todas las intenciones y necesidades de los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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